Las ventas minoristas realizadas a través de las cadenas de supermercados crecieron un 5,3% en julio respecto del mismo mes de 2021, informó el Indec este martes. Desde febrero pasado que el instituo estadístico no registraba un salto interanual así y en los meses intermedios las estadísticas habían mostrado indicadores de ventas minoristas apenas positivos o directamente negativos respecto del mismo mes del año anterior.
El valor de las ventas minoristas ascendió a $ 228.215,3 millones en julio. La cifra es un 81,6% mayor que la de julio de 2021, pero descontada la inflación arroja ese 5,3% de crecimiento real o a precios constantes, según la jerga estadística.
En este sentido, siempre a precios constantes, las ventas de julio crecieron un 8% respecto de las de junio. Un año atrás, ese salto fue del 4,65%. Esto relativiza el efecto aguinaldo en las ventas, en momentos en los que, de conjunto, el salario no acompaña el ritmo de la inflación.
Entre los analistas circulaban diferentes explicaciones para este crecimiento. Mientras algunos apostaban a un cambio en el destino del dinero, que cada vez se emplea más para los gastos corrientes y menos para gastos extraordinarios –como viajes – . Otros recordaron que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó un mes atrás que las ventas minoristas a nivel pyme de julio cayeron un 3,5% frente al mismo mes del año pasado, medidas a precios constantes, con fuertes bajas en alimentos, bebidas, bazar y decoración, cuatro rubros principales que también mueven las ventas de los supermercados.
Consumidores endeudados
El comportamiento de los consumidores a la hora de pagar abonaría esta tesis. Según el informe del Indec, el uso de la tarjeta de crédito se disparó en julio, acentuando una tendencia que se veía desde principios de año. El monto total de las compras pagadas con este plástico creció casi un 91% respecto de julio de 2021. En cambio, los consumidores usaron menos los otros medios de pago: el crecimiento interanual del valor de las compras pagadas con tarjeta de débito fue del 85%; con efectivo fue de solo el 75%, en el nivel de la inflación.
Esto marca que el uso del efectivo no crece en las compras mientras que sí lo hace el de la tarjeta de crédito, señal de que los tarjetahabientes, habitualmente asalariados con ingresos registrados y profesionales autónomos, se están endeudando para satisfacer sus consumos corrientes.