El gobierno apuesta a una fuerte recuperación del consumo, sumada a la ampliación de otros impuestos vigentes (como el PAIS, que desde hace 45 días se aplica también a las importaciones), para compensar el costo fiscal de la eliminación del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia. La medida, anunciada este lunes por el ministro de Economía, Sergio Massa, beneficiará a alrededor de un millón de asalariados.
En una primera etapa, la exención será transitoria y abarcará solamente a los empleados; los CEOs, gerentes, subgerentes y personal jerárquico de las empresas seguirán abonando el tributo, cuyo mínimo no imponible subirá de los $ 700.000 mensuales actuales a $ 1.770.000 mensuales. El decreto se publicaría en las próximas horas.
Pero la verdadera reforma se produciría a partir de un proyecto de ley que busca eliminar la cuarta categoría del Impuesto, que alcanza a las ganancias obtenidas por el trabajo personal. La iniciativa, que debe obtener aprobación del Congreso (algo sumamente complicado debido a la hostilidad entre los bloques parlamentarios que dificulta cualquier acuerdo), plantea introducir ese cambio a partir de enero de 2024.
La idea es audaz, porque Ganancias es uno de los tres pilares del sistema impositivo argentino, junto con el IVA y los aportes y contribuciones a la seguridad social. Por esa razón, cualquier modificación que reduzca los ingresos puede afectar la de por sí delicada situación fiscal.
Según los informes mensuales de la AFIP, Ganancias generó en agosto ingresos por $ 868.137 millones y en lo que va del año, poco más de cinco billones de pesos en moneda corriente. Sin embargo, alrededor del 10% de esa suma corresponde a retenciones en operaciones de comercio exterior. Además, el proyecto abarca sólo a la cuarta categoría de Ganancias, la que grava los ingresos derivados del trabajo. Las otras tres categorías (rentas del suelo, del capital y de los beneficios por empresas y sociedades) seguirán vigentes.
En noviembre del año pasado, con un mínimo no imponible mucho más bajo en términos reales, la Unión del Personal Superior de la AFIP había calculado que el impuesto a la cuarta categoría generaba el 18% del total del tributo. Esto significaría alrededor de $ 150.000 millones por mes. Claro que luego se elevó el umbral a partir del cual estaban alcanzados los trabajadores.
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) estimó que en 2023 la proyección de impuestos totales por ese concepto alcanzaría $ 1,421 billones, lo que significa el 3% del total de recaudación esperada por impuestos, seguridad social y recursos aduaneros.
Según las cuentas que hacen en el Palacio de Hacienda, buena parte de ese monto se va a recuperar con los impuestos al consumo a partir del mayor movimiento económico que traerá la mejora en el sueldo neto de los trabajadores. En ese sentido ejemplificaron que los que cobran un bruto de $ 800.000 recuperarán $ 117.690 (el 21,4% de su sueldo de bolsillo luego de descuentos); los que tienen una remuneración de $ 900.000 tendrán disponibles $ 152.690 más (el 24,8% extra); y los de $ 1.000.000 recibirán en mano un plus de $ 187.690 (27,6% de incremento efectivo en el sueldo neto).
Massa también cuenta con una carta en la manga: la extensión del impuesto PAIS a la importación de bienes y servicios, que en agosto permitió que la recaudación por ese tributo saltara de poco más de $ 65.000 millones a casi $ 212.000 millones. “Argentina le está cobrando un impuesto a los bienes que se importan de otros países, o sea, le está poniendo un impuesto al trabajo extranjero que está generando una mejor recaudación en la economía argentina. Esa mejor recaudación del impuesto al trabajo extranjero, más la mejora en el consumo y la recaudación de impuestos que genera esa mejora en el consumo, van a servir para financiar la eliminación del Impuesto a las Ganancias”, dijo el ministro.