La imagen de Mauricio Macri levantando el puño derecho al finalizar la Asamblea Legislativa, demuestra una actitud de triunfalismo que no se condice con la situación del país, pero que concuerda con los deseos del círculo rojo: a ellos les está yendo muy bien.
Resulta imposible no pensar que el presidente parecía estar hablando de un país nórdico en lugar de la Argentina. El discurso de Macri, en esta oportunidad más que en otras, es un verdadero ejemplo de posverdad. Recordemos la definición de este neologismo ya aceptado por la academia: distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Como anillo al dedo.
La prensa que comparte los planteos oficialistas marcó que, en esta oportunidad, Macri no cargó las tintas contra la administración anterior: no fue así. El mandatario sostuvo: «si nada hubiese cambiado estaríamos como otro país hermano que está en una desintegración social». La versión más exagerada de la «pesada herencia recibida», utilizada como caballito de batalla para justificar las pifias de la administración de Cambiemos.
En lo económico, gambeteó la mayoría de los temas. El propio editorial de La Nación (02.03.18), lo reconoce. Luego de innumerables elogios, sostiene que en la columna del «debe» hay que incorporar que «en materia económica no se desprendió de sus palabras una hoja de ruta más específica que nos muestre cómo habremos de llegar a las metas fijadas». No es un olvido, sino una evasiva: las políticas aplicadas nunca podrán llevar al futuro proclamado.
Más aún, los datos oficiales indican las inconsistencias del discurso.
«La inflación está bajando y no queremos que nunca más sea un instrumento de la política.» No se necesita rebatirlo con números, porque cualquier ciudadano sabe que la inflación está creciendo, y así aparece que Macri está haciendo, precisamente, lo que dice que no quiere: usar la inflación como instrumento de la política. Más aún cuando intentan atar las paritarias a una cuestionada meta de inflación para el 2018.
Esta tesis fue ratificada por Marcos Peña al día siguiente, luego de la reunión de gabinete: «queremos eliminar la inflación de la ecuación económica. La meta es del 15% y hemos visto acuerdos paritarios que se pueden cerrar en torno a esa proporción». Los salarios como eje del combate a la inflación.
Pareciera que Macri no se enteró de que los precios mayoristas crecieron un 4,6% en enero, la suba mensual más alta excepto las de enero y febrero de 2016, posteriores a la gran depreciación de la moneda por la liberalización cambiaria. Tampoco se enteró del 3,1% del índice de precios minoristas nacional de diciembre pasado (la variación mensual más alta del año) o del cerca del 3% que se espera para febrero.
Pareciera que no le informaron que en el segundo semestre se vienen también aumentos tarifarios: En agosto se esperan nuevas tarifas en Edesur y Edenor, y en octubre sube el gas, por reducción de subsidios, aumento del dólar y de los índices de precios. Se esperan más aumentos en transporte, y los siempre amenazantes incrementos en las naftas.
«Los salarios le ganaron a la inflación.» Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2016 el salario medio creció un 34,4%, mientras que la inflación fue del 41%: perdió más de 6 puntos contra la inflación. En 2017, los salarios medios crecieron 23,6%, mientras que la inflación fue del 25%: perdió más de un punto. En total, según datos oficiales, tenemos más de 7% de pérdida contra la inflación desde que se inició la gestión Macri. Los datos de estudios privados indican pérdidas aún mayores.
«La desocupación está bajando y el total de trabajadores registrados aumentó en casi 270 mil personas.» En efecto, los empleos registrados se incrementaron en 268 mil durante 2017. Pero los que más aportaron a esa suba son los empleos registrados en los regímenes de monotributo, un 50% de ese incremento, mientras que los asalariados privados aportaron un 30%, los empleos del régimen de casas particulares aportaron un 8% y los asalariados públicos un 15% (los autónomos evidenciaron una baja).
«Ya sobrepasamos la cantidad de personas empleadas en 2015.» Según datos del Ministerio de Trabajo, la cantidad de trabajadores registrados (promedio anual) no registró variación en los dos primeros años de gestión Macri.
Se hacen referencias al fuerte aumento del empleo en la construcción en 2017, pero éste no compensa a la pérdida de 2016. Desde que asumió Macri, el empleo en la Construcción bajó un 1,9%, con 8600 empleos menos.
De la industria ni hablar. Tuvo una reducción de unos 30 mil puestos en 2017, mientras que en 2016 bajó otros 27 mil. Un total de 57 mil puestos manufactureros menos (-4,5%) en lo que va de la gestión de Cambiemos.
«La construcción es uno de los sectores que más está creciendo.» El Indicador Sintético de la Construcción (ISAC) del Indec evidenció durante 2017 un significativo aumento del 12,7%, aunque similar a la pérdida del año anterior (-12,7 por ciento).
«En enero tuvimos récord de venta de autos. En enero de 2018 las ventas internas de autos aumentaron un 22% con relación a igual mes del 2017. Pero la producción nacional bajó un 18,3% en igual lapso. Para analizar la transformación de la estructura productiva del sector, en todo 2017 la producción argentina alcanzó al 50% de las ventas internas de autos, mientras que entre 2010 a 2015 ese coeficiente osciló entre el 80% al 100 por ciento. La evolución del sector en estos dos últimos años se adecua a la economía macrista: boom de importaciones.
«Tenemos metas para bajar la inflación, para reducir el déficit fiscal, y ¿cómo las vamos a cumplir? Vamos a dejar de endeudarnos y se van a multiplicar las inversiones en un país confiable.» En diciembre pasado el gobierno recalculó al alza («recalibraron») las metas de inflación para 2018 al 15 por ciento. Sin embargo, los promedios del REM (relevamiento del BCRA) conocidos a última hora del viernes pasado, establecen para este año una estimación de aumento de precios minoristas del 19,9% a nivel nacional. Mientras que el Presupuesto estima un crecimiento del PBI para 2018 del 3,5%, el REM lo fija en 2,7 por ciento. Por otra parte, el Presupuesto estima un saldo comercial deficitario (exportaciones menos importaciones) de U$S 5600 millones, y se espera que termine mucho más alto. ¿Cómo van a hacer para no endeudarse, si los ingresos fiscales caerán más de lo previsto por la menor actividad, y el déficit comercial a financiar en moneda dura será muy superior? Sólo con una férrea voluntad no alcanzará.
La mayoría de las inversiones que llegaron fueron las especulativas. Según el Balance Cambiario del BCRA, en 2017 ingresaron en forma neta U$S 2362 millones en Inversión Extranjera Directa, y U$S 9933 millones en inversión de cartera. Por otro lado, la formación de activos externos netos del sector privado (usualmente denominada «fuga de capitales») alcanzó a los U$S 22.418 millones: difícil la multiplicación de inversiones con tamaña fuga de divisas.
Para redondear este tema, conviene mencionar las referencias del presidente a la virtud de su gobierno en mantenerse en la senda del gradualismo. Como siempre, hace una diferenciación entre gradualismo y shock, un amague para evitar mencionar que ese gradualismo no deja de ser un fuerte ajuste sobre la economía y sobre los bolsillos de las personas. Y todo lo que le queda es referirse a un futuro que difícilmente se alcance: «lo peor ya pasó y ahora vienen los años en que vamos a crecer». Pura posverdad. «