Milei quiere destapar una etapa de recesión con inflación. Cree que esas son las herramientas adecuadas para estabilizar la economía sin tocar los intereses de los grandes capitales, porque el peso de ambas recaería sobre los «actores económicos» con ingresos fijos en pesos, es decir, la enorme mayoría de la población, votante o no de La Libertad Avanza.
No es que ahora no hay recesión con inflación. Solo que las declaraciones de Milei exacerban su magnitud, avalan un nuevo techo a los precios.
La declaración de Milei sobre la estanflación es también el aviso de que se liberarán las tarifas de los servicios públicos y los precios de los combustibles.
La búsqueda de la estanflación responde a un objetivo concreto: licuar los gastos estatales en pesos, como salarios y jubilaciones. No afecta a los intereses de la deuda pública en pesos porque la renta del 95% de los bonos en circulación está atada a la inflación o a la devaluación.
Es decir, mientras disuelve en el ácido los salarios y jubilaciones, Milei incrementa el peso de la deuda y sus intereses. No todos sufren el ajuste.
Al presentar como un artículo de fe que la recesión es inevitable, Milei dio la señal de largada para que las empresas privadas empiecen los despidos preventivos, aquellos que aligeran su nómina de personal con vistas a una menor producción o una caída en la contratación de servicios.
Los trabajadores deben discutir cómo plantar una alternativa a un escenario que anuncia calamidades. «