El canje de bonos que propuso el gobierno para despejar el panorama financiero de corto plazo dejó gusto a poco en los mercados, que lo juzgaron insuficiente en relación a los objetivos planteados. Si bien el Palacio de Hacienda logró reducir hasta el tercer trimestre del año que viene compromisos inmediatos por $ 931 mil millones, el grado de aceptación de la operación fue bastante más bajo de lo que se preveía.
Cuando se diseñó la propuesta, en la Secretaría de Finanzas creían partir de un umbral asegurado de 57%, porque esa era la masa calculada de títulos en poder del sector público, principalmente la Anses (a través del Fondo de Garantía de la Sustentabilidad) y el Banco Central, que había salido a comprar esos instrumentos en el mercado secundario durante la crisis de mediados de año, para sostener su valor. Sin embargo, el dato oficial fue que se logró canjear el 61,4%, lo que sugiere que el sector privado retaceó su participación y agregó muy poco a lo hecho por los organismos oficiales. En algún caso, como la Lede (letra a descuento) que vence el 16 de diciembre, sólo se presentó el equivalente al 19% de los títulos en circulación.
En los hechos, el ofrecimiento de bonos duales (ajustables por la evolución del dólar o por la inflación, a elección de los tenedores) con vencimientos en junio, julio y septiembre de 2023 sirvió para retirar del mercado $ 931.116 millones en letras y bonos, sobre un total de $ 1,7 billones que debían ser cancelados entre este mes y diciembre. Sin embargo, todavía quedó un resto importante: $ 464 mil millones en lo que queda de noviembre y $ 466 mil millones el mes entrante.
“El Estado fue el tomador casi absoluto de dichos instrumentos. Esto nos muestra el mayor nivel de selectividad por parte de inversores privados para renovar el crédito de aquí en más”, señaló un resumen del Grupo SBS. Algo de eso ya se había visto en la licitación del lunes, cuando la cartera que dirige Sergio Massa colocó títulos por $ 63 mil millones: en esa ocasión debió convalidar tasas de hasta el 87% nominal anual y en algún caso, como en la letra a descuento (Ledes) que vence el 28 de febrero, debió descartar más de la mitad de las propuestas porque las tasas exigidas por los inversores eran todavía mayores.
El canje de títulos era la receta a la que apostaba el equipo económico para alivianar la montaña de compromisos que se fue juntando en los últimos meses, como consecuencia de la apuesta a lograr fondos en el mercado doméstico para refinanciar las deudas y cubrir también el déficit fiscal que se genera todos los meses y que ya no cubre con emisión de moneda. Apenas asumido como ministro de Economía, en agosto, Sergio Massa había apelado a una fórmula similar con un resultado mucho más auspicioso: 85% de adhesión.
Lo que viene
Si bien el último bimestre del año quedó más despejado después de esta operación, los desafíos se trasladan a 2023. Análisis privados estiman que desde enero hasta agosto (un mes políticamente caliente, porque es cuando se desarrollarán las PASO), la deuda en pesos más sus intereses insumirá unos 12 billones de pesos, más de 8% del PBI.
De acuerdo a un estudio realizado por la Oficina de Presupuesto del Congreso, esos compromisos traducidos a moneda extranjera al tipo de cambio oficial significan durante el primer semestre del año U$S 38.989 millones, más del triple de los pagos que insumirá el préstamo con el FMI a lo largo del mismo período. “Entre noviembre de este año y junio de 2023 se prevén vencimientos pagaderos en pesos por U$S 55.727 millones (68% del total), incluyendo deuda ajustable por CER (33%), dollar-linked (4%), bonos duales con ajuste variable dependiendo de la evolución del CER y el tipo de cambio (6%), y en pesos sin ajuste (25%). Los vencimientos pagaderos en moneda extranjera constituyen el 32% restante”, detalló el organismo.
Las complicaciones se suman si se tiene en cuenta que para el año que viene también habrá un fuerte déficit primario (1,9% del PBI) y que la intención del gobierno pasa por continuar financiándose en pesos a través del mercado local. Los altos intereses, positivos en términos reales (condición que exige el mercado para seguir financiando al gobierno), agravan el panorama. “La reducción continua de las necesidades de financiamiento será fundamental para garantizar una dinámica de endeudamiento sostenible”, señaló el Ejecutivo en el mensaje de elevación del Presupuesto 2023 al Congreso. Claro que para lograrlo será menester desterrar el déficit fiscal y para eso, por ahora, falta bastante. «
Por las tasas altas, se disparan depósitos a plazo fijo
Los depósitos a plazo fijo alcanzaron el monto más alto de las últimas dos décadas, medidos a valores constantes. Según el Informe Monetario Mensual que dio a conocer el Banco Central, en octubre ese tipo de colocaciones (la más habitual para el público y también para las pequeñas y medianas empresas) promedió los $ 6,89 billones, con un crecimiento interanual de 9,6% en términos reales.
«Los saldos de depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado a precios constantes habrían marcado un nuevo máximo en términos históricos y en porcentaje del PIB se ubicarían en un nivel similar al máximo alcanzado durante la pandemia» detalló el estudio del BCRA.
Para ello influyó la fuerte suba de tasas que llegó al 75% nominal anual, equivalente a un 107% de rendimiento efectivo (si se capitalizan mensualmente los intereses). Estas cifras sirvieron para impulsar ese tipo de depósitos.
De todas maneras, la entidad recordó que el directorio «decidió mantener sin cambios las tasas de interés mínimas garantizadas de los depósitos a plazo fijo en octubre. La decisión se tomó considerando la moderación en el ritmo de crecimiento de los precios en septiembre, especialmente del indicador IPC Núcleo (5,5%)».