En un puñado de horas, el país vio incrementar su deuda en casi dos billones de pesos. Para que se entienda, un dos seguido de 12 ceros. Es el resultado aproximado de aplicar el porcentaje de alza del dólar a la fracción de la deuda pública que se actualiza según el tipo de cambio.
La alta exposición en títulos de este tipo, que ya había sido advertida por el Fondo Monetario Internacional cuando otorgó el préstamo stand by, y la incesante depreciación de la moneda local colaboraron a potenciar las expectativas de un posible default y acentuaron aún más la corrida cambiaria.
Según coinciden la mayoría de los estudios sobre el tema (los números oficiales del Ministerio de Finanzas tienen algunos meses de atraso y no contabilizan el préstamo del FMI, por ejemplo), la deuda contraída por el Estado a la fecha es de aproximadamente U$S 360 mil millones, de los cuales el 68% está nominado en moneda extranjera, mayoritariamente dólares. Se trata de bonos, títulos y otros préstamos, con diferentes tasas y fechas de vencimiento.
Esa es la fracción de los compromisos que sufre de lleno el impacto de la devaluación. La mayoría de ellos (las Letras del Tesoro emitidas en los últimos meses en reemplazo de las Lebac, por ejemplo) se abona según el tipo de cambio mayorista del día anterior. Es el que se informa a diario en la comunicación A-3500 del Banco Central. Ese valor estaba en $ 31,9417 por dólar al cierre del miércoles y trepó a $ 39,6083 este jueves, con una variación de casi 24% en un día. Esa diferencia, multiplicada por los alrededor de U$S 245 mil millones alcanzados por ese modo de ajuste, implica una variación de $ 1.879.000 millones.
Para dar una idea del significado de ese monto, es casi el 65% del presupuesto nacional para este año aprobado por el Congreso. En el proyecto elevado por el Ejecutivo, el PBI se había estimado en $ 12,3 billones, de manera que el incremento de la deuda de este martes significa el 15% del PBI.
La devaluación hace que el gobierno deba buscar más pesos por cada dólar que vence, sea en forma de intereses o de capital. Pero esto no significa una obligación inminente para el país. Los compromisos reconocidos por el Estado se prolongan durante un siglo; el actual presidente del Banco Central, Luis Caputo, emitió en sus tiempos como secretario de Finanzas un bono con vencimiento en el año 2117. De todas maneras, el peso de los compromisos en dólares es muy fuerte. Sólo en Letes, el recurso que encontró el Tesoro para hacerse cargo de la masa de Lebac que el FMI pidió rescatar, hay vencimientos por alrededor de U$S 12.000 millones en los próximos seis meses.
La otra cara de la moneda es que la fracción de la deuda tomada en pesos se licuó notablemente: los compromisos en moneda local que equivalían a unos U$S 115 mil millones hace cuatro meses, cuando empezó la crisis cambiaria, ahora se pueden saldar con U$S 70 mil millones. De esa manera, cuando se actualicen los números oficiales, se producirá la paradoja de que en términos de divisas, la deuda se habrá reducido. Los perdedores serán los tenedores de bonos en pesos con baja tasa de interés, en su mayoría la Anses y otros organismos del mismo Estado nacional.