El veranito del BCRA concluyó definitivamente en los primeros días del mes de noviembre. En apenas siete días hábiles la entidad monetaria perdió un total de U$S 620 millones. Sólo el lunes de esta semana debió vender alrededor de U$S 150 millones, una cifra que no se registraba desde los primeros días de agosto en el marco de las turbulencias provocada por los cambios de ministros en el Palacio de Hacienda. El miércoles la entidad se tuvo que desprender de poco más de U$S 80 millones adicionales.
De hecho, hasta el 9 de noviembre el BCRA registra un saldo negativo equivalente a U$S 620 millones superando en un 25% los U$S 498 que la entidad había resignado durante todo el mes de octubre y por encima también del saldo negativo del mes de agosto que había concluido con una pérdida de U$S520 millones.
En septiembre la entidad había acumulado un superávit de casi U$S 5 mil millones de la mano de la liquidación extraordinaria de soja a partir del régimen especial que alcanzó la exportación del cultivo durante ese período y que aportó cerca de U$S 8 mil millones que pudieron estabilizar el mercado de cambio a costa de remunerar con $200 a cada dólar que ingreso por esa vía.
Esa medida había servido para recomponer parcialmente los fondos de la entidad luego de la corrida sufrida en el mes de julio durante el cual las pérdidas habían llegado hasta los U$S 1284 millones. Una vez concluida la vigencia de ese tipo de cambio diferenciado la dinámica fue deficitaria aunque no al nivel en el que se está registrando durante estos días.
El tipo de cambio diferenciado, además, sirvió para adelantar exportaciones que tradicionalmente se realizan durante los meses de octubre y hasta noviembre. El escenario luce aún más desalentador ante la sequía que afecta a todo el país pero, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, en particular a 7 millones de hectáreas en la zona núcleo que comprometen la cosecha de trigo y maíz y podría retrasar la siembra de la soja retardando aún más el ingreso fuerte de divisas pautado, en general, para el mes de marzo.
Así las cosas, las reservas del BCRA se encuentran formalmente por debajo de los U$S 38 mil millones aunque, estimaciones privadas, aseguran que, en términos líquidos (descontados swaps, encajes y metales preciosos), tienden a cero.
El acuerdo con el FMI compromete la obtención de un saldo positivo de U$S 5.800 millones durante el año que, en estas condiciones, luce muy difícil de alcanzar. Con la existencia de dieciséis tipos de cambio diferenciados que no pudieron impedir la fuga de reservas emergen las presiones devaluatorias o una política restrictiva sobre las importaciones que podrían ahogar el crecimiento económico.
Consultado por Tiempo Argentino, Orlando Ferreres explicó que “después del plan soja que duró un mes, empezó una pérdida de reservas. Se juntó bastante dinero pero adelantando las liquidaciones de octubre y noviembre. Ahora vemos un drenaje de U$S 150 millones por día. No saben cómo pararlo porque la alternativa es coartar las importaciones o el turismo. Van a tener que hacer algo pronto porque, de lo contrario, se puede llegar a reservas por debajo del nivel neto”.
Antonio Roselló, docente e investigador de la UBA señaló que “luego de haber cedido a las presiones de las grandes cerealeras por una devaluación del 35% que logró temporariamente recomponer las reservas llegó el final de esta maniobra de corto plazo instrumentada por el ministro Sergio Massa”. Para Roselló “se demuestra como una cesión gratuita a los exportadores que, inmediatamente, en el mes de octubre generaron un déficit de U$S 400 millones. Ahora estamos en una espiral de caída de reservas que ha llevado a la medida desesperada de crear 16 dólares diferentes. El de las economías regionales se dio con un supuesto congelamiento de precios de dudoso cumplimiento y el dólar Qatar ha facilitado la suba del precio del turismo nacional atentando contra el derecho a vacacionar de las clases trabajadoras”.
El investigador de la UBA aseguró que “es una devaluación encubierta que garantiza un dólar a $150 solo para los importadores que tienen acceso político y capacidad de presión económica. Pero la caída de reservas se complica además con la sequía y es tan agresiva que, en el mediano plazo y por presión del FMI y la burguesía, no tiene otra salida que una devaluación”.
Nicolás Pertierra del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, señaló que «la implementación del CIRA a mediados de octubre pudo contener las importaciones unas semanas pero los pagos de importaciones se reanudaron con fuerza. La liquidación de exportaciones de la cosecha de soja se vuelve a retrasar después del dólar soja. Veremos como se resuelve y si la sequía genera alguna liquidación extra aunque no parece ser el caso”.
Ferreres, por su parte insistió en que “el swap con China de U$S 20 mil millones no se puede usar, los depósitos de la gente tampoco porque son las garantías. El oro se podría usar pero no sé si lo están haciendo. Hay muy poco margen para seguir perdiendo. Puede haber una nueva corrida cambiaria, es un riesgo que se corre”.
Efectivamente, señaló que tienen que tomar medidas urgentes para frenar la salida de divisas. Pero la medida que deberían tomar es una devaluación. Están devaluando por sectores, pero esas medidas duran un mes y se agotan. Tienen poco valor desde el punto de vista estratégico. No les gusta porque produciría una cierta dosis de inflación, el ‘pass through’ entre devaluación y precios es del 50%. Si devalúan un 10% los precios suben un 5%”.
Pertierra, más cauto, recordó que «va a haber ingresos extra por U$S 2500 millones que quedan como saldo entre los pagos y los desembolsos pautados con el FMI a los que se pueden sumar otros U$S 500 millones del BID que ayudarían de acá a fin de año».
En otro extremo, Roselló señaló que “la única salida para cortar con el problema de raíz es nacionalizar la banca y el comercio exterior para garantizar el control de cambios y del ahorro nacional para dirigirlo a las inversiones productivas y la obra pública. Eso llevará a una disminución de la pobreza y la indigencia. El otro camino, empezando por una mayor devaluación, va a agravar la pobreza y la indigencia sin resolver el problema de fondo que es la deuda externa que se paga en dólares y la deuda interna que, solo en Leliq, llegó al equivalente a U$S 30 mil millones y que va a llevar a una sangría permanente del fisco nacional y el BCRA”.