Los empresarios están pesimistas e incómodos. Acusaron el golpe de la caída de la actividad y de la realización de los pronósticos económicos antipáticos y, desde que el presidente Mauricio Macri salió a decir que «pasaron cosas» y que «hay una tormenta» que dificultará el crecimiento en el corto plazo, reconocen que van a invertir poco y nada.

La decisión, que no quieren hacer pública pero que reconocen en voz baja y en cuanta encuesta les presente garantías de anonimato, delata el fracaso de uno de los pilares del discurso que llevó a Mauricio Macri a la Casa Rosada: la generación de confianza, imaginada como el factor central de la seducción de los capitales locales y del exterior.

Hoy es una coincidencia generalizada que los próximos trimestres serán recesivos, pero para ver ese problema no hace falta esperar. Según la consultora Orlando Ferreres & Asociados, en junio los desembolsos brutos se contrajeron un 6,2% respecto del mismo mes de 2017 fundamentalmente por la suba del tipo de cambio y la inyección de incertidumbre.

El proceso más abrupto, según el infome, se vio en la importación de bienes de capital, muchos de los cuales son traídos del exterior por empresas industriales, que pasaron de «mostrar crecimientos del 22,4% en abril y 4% en mayo a una caída del 11,5% interanual en junio».

Cambio de tendencia

El último martes, dos días antes de que se conociera el derrumbe industrial de junio, del 8,1% según el Indec, el ya no tan flamante ministro de Producción, Dante Sica, pasó por la reunión de Junta Directiva de la Unión Industrial Argentina (UIA) a llevar un mensaje de paz y amor.

El evangelio de Sica asumió la forma de un proyecto de política industrial. Los industriales siempre le cuestionaron a Macri la falta de una política sectorial, una puja que terminó en insultos cruzados con el anterior titular de Producción, Francisco Cabrera, y en su posterior salida.

En la reunión, Sica no anticipó el derrape industrial. Por el contrario, transmitió una visión positiva, aseguró que las turbulencias cambiarias «van a pasar rápido», prometió afianzar los cambios impositivos que aprobó el Congreso, ratificó los reintegros por exportaciones y prometió que la AFIP ayudará con medidas a las pymes.

Mucho de lo que prometió depende de otras dependencias oficiales que nada tienen que ver con Producción. Los industriales lo notaron y se lo hicieron saber, pero Sica reivindicó sus anuncios como «la política económica de Cambiemos».

El dirigente textil Jorge Sorabilla contó que la propuesta consiste en políticas transversales. El ministro «piensa que en dos o tres meses (el gobierno) va a poder acomodar la tasa de interés a un nivel lógico». La expectativa del funcionario «es un techo del 20 por ciento». Además, prometió «que no van a cometer el error de apreciar el tipo de cambio» y que «van a bajar el déficit fiscal, que van a cumplir con el 2,7% previsto para este año y el 1,3% de 2019», con lo que el gobierno espera generar una expectativa inflacionaria menor, «y lo van a hacer con  un esquema de reducción de impuestos». El directivo de la UIA agregó que Sica prometió abordar cuestiones sectoriales en las mesas de competitividad que están abiertas desde 2016.

Lo ambicioso del plan motivó la insistencia de algunos de los presentes, pero el ministro se las rebuscó para calmar los ánimos con una afirmación que llamó la atención pero no terminó de convencer: «Cuando habla Dante Sica habla el gobierno; no hay contradicciones».

Los pocos convencidos volvieron a la incomodidad dos días después, cuando se conoció el derrumbe industrial de junio. Coincidieron en su sorpresa frente a la caída generalizada, una mirada que compartieron con analistas económicos de todas las tendencias.

Explicaciones

El viernes pasado, Sorabilla asoció la caída a que junio «fue el mes más complicado desde el punto de vista de las condiciones productivas, vino el salto cambiario, una tasa de interés exorbitante para poder renovar los vencimientos del Banco Central y eso se traslada al sector privado».

El textil agregó: «Fue, por lejos, el peor mes de los últimos años para los productores, importadores y comercializadores por los instrumentos financieros. En este contexto, la caída del nivel de actividad impactó de una  manera impresionante», golpeando, por ejemplo, en sectores clave como el automotriz, metales básicos, metalmecánica y refinería de petróleo.

Aunque los datos duros preocupan tanto como las promesas, los industriales evitan hacer escenas públicas de pesimismo explícito. Hacen cuentas en el aire y especulan con que si se dan dos o tres números en variables puntuales, la recuperación de la tendencia positiva de la economía está a la vuelta de la esquina o, para ser un poco más precisos, en los primeros meses del año que viene.

Pero ni bien se les propone hablar en reserva, salen al ruedo con el cuchillo entre los dientes. Un hombre fuerte de una de las economías provinciales más desarrolladas descartó de plano que el Banco Central esté dispuesto a favorecer un escenario como el que describió Sica en el encuentro con los industriales, y apuntó directamente al discurso del presidente Mauricio Macri como un indicio de lo que vendrá en materia de inversiones y por lo tanto de confianza: «El mismo gobierno te habla de una tormenta y te asusta. ¿Quién va a poner un peso si los propios responsables de construir una economía productiva te anticipan que no va pasar nada?», argumentó.

Otro consultado descartó que la caída de las inversiones y la producción industrial tuvieran por origen un desaliento premeditado de los empresarios que se muestran más alejados del presidente: «Son las condiciones económicas las que no permiten generar rentabilidad, la caída de inversiones es lógica si miramos la economía que tuvimos en los últimos meses», aseguró.

El off de los empresarios, en este caso representantes de grandes ramas de la industria, coincide con estudios como el que difundió esta semana la Federación Económica de Buenos Aires (FEBA) con presencia en el mundo pyme, según el cual el 84% de los empresarios «no esperan mejoras en el segundo semestre» en el marco de una industria bonaerense que está en caída.

Similares percepciones arrojan las encuestas cualitativas del Indec sobre industria y construcción, en las que los empresarios estiman que caerá la demanda interna y aumentarán los despidos. «