El buen resultado de Cambiemos en las PASO muestra la fortaleza de una inmensa ola política liberal que traduce una inconformidad a la falta de una renovación de la dirigencia peronista.
Al mismo tiempo, una enorme parte de los asalariados confía intuitivamente en las promesas gubernamentales de un abstracto principio de sustitución factorial, por el cual una reducción del salario real permitiría un aumento genuino del empleo. A contramano de toda la experiencia económica internacional que refuta esta premisa convencional, recortar salarios dentro de una política de ajuste fiscal, limitará inexorablemente el crecimiento sostenido y por ende la inducción de las inversiones.
El descolocamiento en provincia de Buenos Aires de Unidad Ciudadana permitiría poner a prueba la singular teoría macrista de las inversiones inducida por confianza y reprimida por miedo al pasado que vuelve. Contra los hábitos de consumo heredados, el sentido común de gran parte de la población sigue jugando, por ahora, a favor de estos incansables artífices del cambio cultural pro tiro en el pie.
Se suma a esto, una oposición política dividida en su principal polo opositor, un vandorismo con ascenso social en la CGT que leyendo las PASO pone su óbolo suspendiendo la protesta programada para este mes, y un empresariado entusiasmado con la idea de la aplicación de las medidas semiesclavistas de flexibilización laboral brasileñas.
En esta línea de austeridad ya menos gradual, el gobierno seguirá la política del carry trade con las Lebacs, manteniendo un diferencial de tasas positivo para evitar los percances del miedo a flotar, ya evidenciados en las últimas intervenciones del Banco Central. Su errónea teoría les muestra un espejismo que al intentar bajar costos salariales limitarán el acicate de demanda a las inversiones, al tiempo que una deuda externa que no es per sé un problema, si no se aplica hacia la sustitución de importaciones, ni como transición, nunca es sustentable.
Aunque la crisis externa no esté aun a la orden del día. Suponiendo allanado el camino, luego de octubre, el frente de gobierno se dispone a profundizar su dictum liberal con: 1-la eliminación del déficit fiscal como principal fuente de inflación y atraso cambiario, supuesta causa de bajas exportaciones. Y 2- con reformas laboral, fiscal y previsional, sumado a una agenda de despidos de personal y consolidación de organismos públicos, la transferencia de ingresos intentará avanzar para promediar un patrón salarial acorde al regional.
Su principal escollo será la misma gente que hoy vota a su favor. No es para nada claro que puedan persistir ni uno ni otro objetivo sin tener percances de todo tipo en 2019. Parafraseando a Tango Feroz
los hábitos de consumo son más fuertes que la ideología.