El triunvirato que dirige la CGT se mostró satisfecho por la «contundencia» del paro del pasado jueves 6. Esa tarde, en la conferencia de prensa, exhibieron los datos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) que mostraban que a las 10 la demanda había sido 2000 megawatts menor a la del día anterior a la misma hora. Era un indicador objetivo de cómo el paro había afectado la producción y de que la base de los trabajadores había respondido de manera cohesionada a su convocatoria.
La satisfacción de los dirigentes, en realidad, estaba provocada por su presunción de que habían recuperado el protagonismo y dejado atrás el recuerdo del 7 de marzo. Es que, en gran parte, la medida fue impuesta por los trabajadores movilizados que cuestionaron sus dilaciones.
En la conferencia de prensa, con todo, se mostraron cautos y hasta conciliadores con el gobierno, del que esperan un gesto para evitar la continuidad del plan de lucha sin que, por ese motivo, se exacerben las disidencias en su interior, las que, al menos circunstancialmente, el paro ayudó a cerrar.
La respuesta del gobierno, sin embargo, no parece colaborar con las aspiraciones del triunvirato, que apuntan a descomprimir la conflictividad, capitalizar el paro a través de las paritarias y, eventualmente, canalizar en sus todavía indefinidos espacios políticos de cara a las elecciones de octubre el desgaste que, consideran, el ajuste provoca sobre el gobierno.
«Creemos que un mejor país es posible y que los trabajadores somos parte de la solución y no parte del problema», señaló Jorge Sola, secretario de prensa de la CGT a Tiempo, parafraseando lo dicho por uno de los triunviros en la conferencia. Una formulación que apunta a dar un tiempo de espera al gobierno.
La estrategia del macrismo, sin embargo, parece orientarse en un sentido inverso. Su actitud dista mucho de promover el tan mentado diálogo. Un día después del paro dieron el visto bueno al desalojo del taller de AGR-Clarín, tomado por sus trabajadores gráficos durante más de 80 días ante lo que señalaban era un lockout de la empresa.
Esa política incluye la búsqueda de la fragmentación de la conducción cegetista a través de las discusiones paritarias y los acuerdos sectoriales, como el de los petroleros o el de las automotrices, además de una ofensiva contra la legitimidad del triunvirato dando cauce a las impugnaciones que sufre la conducción en manos del sector liderado por el «Momo» Venegas. Y, por último, una serie de «recomendaciones» publicadas en el Boletín Oficial un día antes del paro, que advierten sobre una posible ofensiva contra las conducciones sindicales.
Sola le subrayó a Tiempo que «la CGT, más allá de las discusiones internas, está unificada y monolítica a partir de llevar adelante las estrategias que discute el consejo directivo». Sobre la actitud del gobierno, señaló: «Sabemos que vamos a tener un tiempo donde no van a responder porque no van a actuar bajo presión». Sobre cuánto está dispuesto a esperar el triunvirato, dijo que «los tiempos dependen de la madurez política de quien lleva las cosas. El presidente no ha dado buenos ejemplos. El Consejo Económico y Social podría ser una respuesta en el marco del régimen republicano». En el extremo opuesto Alejandro Crespo, secretario general del SUTNA y referente de los sindicatos clasistas, señaló que «paró todo el movimiento obrero e inclusive la clase media, el paro dejó un mandato claro que es la continuidad a través de un plan de lucha».
Omar Plaini, diputado nacional y dirigente del sindicato de canillitas, coincidió en el diagnóstico. «La CGT está unificada por un triunvirato. Estamos muy sólidos, lo que lidera es esa unidad», señaló. Respecto del paro del 6 y sus consecuencias, indicó que «nunca un paro es un éxito. Significa el fracaso del diálogo. Los trabajadores no quieren hacer paro porque pierden el presentismo y la jornada. La respuesta la tiene el gobierno, nosotros esperaremos». Y agregó: «El gobierno es el que tendría que tener moderación y contemplar las tensiones. No deberían alimentarlas».
Para Sola, la estrategia de entablar negociaciones sectoriales «no es algo que vaya contra la CGT. Si con eso quieren ningunearnos, sería un error político».
Héctor Amichetti, dirigente gráfico y referente de la Corriente Federal de los Trabajadores, planteó que «el gobierno ratificó la línea económica. Creemos que es necesario profundizar el plan de acción. Algunos dirigentes tendrán la expectativa de que se retome el diálogo, pero el gobierno está redoblando la apuesta contra la lucha gremial y la social». Por ese motivo señaló que «indefectiblemente tenemos que ir a una reunión del Confederal para evaluar las medidas que le den continuidad al paro».
Sola, a sabiendas de las tendencias que militan al interior de la central, explicó que «no vamos a llamar a un Confederal para escuchar a un sector sino para tomar una posición de la CGT». «
Récord de huelguistas en marzo
Según el informe mensual de conflictividad laboral que elabora la consultora Tendencias Económicas, 11.143.169 asalariados recurrieron a la huelga en defensa de sus derechos. Se trata de un incremento del 220% con relación a los 3,5 millones de huelguistas que registró la consultora durante el mismo mes de 2016 y es el registro más alto desde al menos 2010. El informe desataca que la cantidad de huelguistas subió de menos de un millón ese año a 6,5 millones en 2012.
Respecto de la conflictividad del mes pasado, el gran aporte lo hicieron, claro está, los docentes de todo el país, los estatales y los trabajadores de la salud. El registro también incluye el cese de tareas que involucró a una serie de gremios en la movilización del 7 de marzo convocada por la CGT y a la que adhirieron las CTA.
Según el estudio, gran parte de los conflictos se explican por los 61.249 despidos registrados durante el mes pasado, concentrados en la industria textil, el calzado, la construcción y la industria alimenticia. La cifra más que triplica los 19.424 registrados en el mismo mes del año anterior. Otro factor de conflictividad fueron las 11.408 suspensiones (un 41% más que marzo de 2016) que se registraron especialmente en la industria automotriz y metalúrgica.