La pérdida de poder adquisitivo de los salarios en 2018 será profunda y condicionará la posibilidad de una elevación de la calidad de vida de los asalariados en 2019.
Hace apenas una semana se anunció que dos sindicatos cerraron las negociaciones salariales para 2019 en el 23%, a tono con la pauta de inflación que prevé el Presupuesto para el año que llega. Pero antes de que arranque 2019 esos acuerdos ya quedaron desfasados: los tarifazos anunciados el jueves pasado le agregan como piso cinco puntos a la inflación y los analistas ya hablan de un IPC del 30%. Así las cosas, será difícil que otros sindicatos acepten seguir los pasos de Utedyc (entidades deportivas y civiles) y Suterh (porteros de edificios). Las primeras reacciones en el sindicalismo han sido de rechazo al tarifazo. Resta saber si eso se transformará en acción para evitar una nueva pérdida de poder adquisitivo del salario.
Además, el resultado de las negociaciones paritarias de 2018 expone los límites de las cláusulas de revisión: casi ningún sindicato consiguió alzas salariales similares a la inflación.
A septiembre pasado (último dato oficial conocido) los salarios perdían por goleada frente a la inflación. Acumularon en el año un alza del 17,3% frente a una inflación del 32,5%, prácticamente el doble.
Pero este cuadro tiene otra lectura, más ominosa. El alza de los salarios de los trabajadores no registrados (en negro) fue mucho menor, de apenas el 12,7%. En este segmento laboral se encuentran los trabajadores más empobrecidos que, para colmo, sufrieron un alza de precios muy superior al general: del 46% según el Indec, casi cuatro veces más. Es decir, menores ingresos y mayores gastos.
Esta diferencia entre ingresos e inflación es la mayor desde la caída de la convertibilidad y sólo puede aproximarse a la distancia entre ingresos y precios verificada en el año 2002.
Si bien los datos oficiales tardan en llegar, numerosos estudios privados indican que el salario no se recompuso entre octubre y diciembre. En ello pesaron dos factores: de un lado, las revisiones de las paritarias no funcionaron; del otro, la inflación habría agregado 12 puntos porcentuales a la que ya se había acumulado hasta septiembre.
Respecto de las cláusulas de revisión, fueron masivas en los acuerdos salariales firmados en 2018 en reemplazo de las cláusulas gatillo, que tuvieron una fugaz pero intensa existencia un año antes y que implican la actualización automática de los salarios según la marcha de la inflación. Pero no todos los sindicatos lograron revisar sus acuerdos previos y, una vez abierta la revisión, no todos alcanzaron la inflación. En rigor, apenas un puñado se acercaron, entre ellos, los sindicatos aeronáuticos en relación con Aerolíneas Argentinas; un sindicato de la educación privada vinculado a la iglesia y que dirige el ex arbitro de fúbol Guillermo Marconi; los bancarios de Sergio Palazzo; Comercio, que dirige Armando Cavalieri; y los petroleros de YPF, los aceiteros y los camioneros. Para el resto, la pérdida salarial en 2018 será de 10 puntos porcentuales o más. «