Quien asuma la presidencia el 10 de diciembre deberá enfrentarse a muchos de los problemas que quedaron suspendidos por la dinámica electoral. El primero, retomar las negociaciones con el FMI.
Argentina todavía debe enfrentar vencimientos de capital por el préstamo Stand By de 2019 por U$S 8400 millones. Parte de estos vencimientos podrán ser cancelados con desembolsos pendientes del EFF alcanzado en 2022 -U$S 6500 millones-. Si bien los desembolsos están sujetos al cumplimiento de metas que hoy lucen incumplibles, el respaldo político que pueda conseguir el nuevo presidente podría alinear los incentivos del FMI para que los mismos se hagan efectivos. Cabe recordar que las últimas revisiones fueron aprobadas sin haber cumplido ninguna de las metas, por lo que es posible suponer que hoy estén sujetos a una variable política.
De todos modos, es esperable que el FMI exija una nueva devaluación. Esto podría alimentar otro gran problema que acompañó al FdT: la inflación. Si el nuevo presidente concede lo solicitado, el desafío será soportar una inflación más alta y esperar que no se espiralice. Si en cambio logra rediscutir las condiciones del préstamo, podría evitar una devaluación que profundice el problema inflacionario.
El nuevo gobierno también tendrá que enfrentarse a una situación externa extremadamente frágil. Será condición necesaria volver a acumular reservas, ya que nos enfrentamos a un perfil de vencimientos de deuda externa muy elevado. Si bien existen expectativas para distintos sectores con alto potencial exportador, este incremento de dólares difícilmente alcance para cancelar los más de U$S 45.000 millones de vencimientos para los próximos cuatro años.
Finalmente, la nueva gestión tendrá el desafío de ordenar el mercado cambiario. El llamado cepo fue una herramienta que se implementó para restringir la fuga de divisas, pero que al mismo tiempo generó incentivos nocivos para la economía. Por tanto, otra condición necesaria será la eliminación paulatina de las restricciones cambiarias, procurando que esto no genere una mega devaluación que vuelva a encender la inflación. Un círculo vicioso difícil de resolver.