El proyecto de Presupuesto 2023 que ingresará este jueves en la Cámara de Diputados replica todos los lineamientos de política económica comprometidos ante el Fondo Monetario Internacional en el acuerdo firmado en marzo de este año. En particular, el gobierno ratificará que el déficit primario no superará el 1,9% del PBI y que la asistencia monetaria del Banco Central se reducirá fuertemente en relación con el año en curso.
Las puntadas finales al documento están siendo dadas en el Palacio de Hacienda. Los puntos centrales fueron adelantados por el equipo económico al staff técnico del FMI, en las reuniones que tuvieron lugar la semana pasada en Washington.
En líneas generales, se prevé que la actividad economica crecerá alrededor de 3% y que la inflación rondará el 60% anual. Este dato es llamativo porque todas las previsiones ponen ese número varios peldaños más arriba; de hecho, el Relevamiento de Expectativas de Mercado elaborado por el Banco Central en base al pronóstico de consultoras y centros de opinión la ubica en el 84,1% para el año que viene. También hay dudas entre los analistas de que esas expectativas sobre crecimiento económico puedan cumplirse, teniendo en cuenta la elevada inflación y la caída del consumo como consecuencia de la pérdida en el poder adquisitivo de los asalariados.
La hipótesis de cumplimiento del duro recorte fiscal prometido se basan en la reducción de subsidios como producto de la segmentación tarifaria, que será mucho más agresiva de lo que se creía en un momento luego de que se fijaran topes al consumo de gas y electricidad a partir de los cuales la compensación a los usuarios desaparecerá. Esto podría llevar a que el Fisco ahorre cerca de 0,5% del PBI. En tanto, el anuncio de los organismos de crédito de nuevos desembolsos para 2023 (el BID prometió U$S 1.800 millones más y el Banco Mundial se anotaría con otros U$S 400 millones) servirían para apalancar la obra pública. El Banco Central aportaría no más del 0,6% del PBI para achicar el desequilibrio primario.
El encuentro de Massa con el FMI
El lunes, tras el encuentro entre el ministro de Economía, Sergio Massa, y la titular del FMI, Kristalina Georgieva, esta última saludó el fuerte compromiso de las autoridades argentinas y sobre todo el «impulso para lograr las metas del programa, que se mantendrán sin ser alteradas». Puntualmente, mencionó los compromisos de un déficit primario del 2,5 % del PIB en 2022 y del 1,9 % del PIB en 2023, «con énfasis en una mejor orientación de los subsidios a la energía, transporte y agua»; una política monetaria con tasas de interés reales positivas; una acumulación de reservas, impulsadas por el marco general de políticas y medidas específicas; y un mayor foco en «revisar los incentivos fiscales corporativos y en combatir la evasión fiscal y el lavado de dinero». Tal grado de detalle sugiere que Georgieva ya conoce los números de la economía argentina proyectados para 2023 y que, obviamente, está de acuerdo con ellos.
Tras cumplir el trámite de presentación en el Parlamento (que tiene fecha límite el 15 de este mes, tal como lo establece la Constitución), quedará por ver si hay respaldo político para la aprobación, habida cuenta de que el Frente de Todos no cuenta con mayoría en el Congreso y depende de la colaboración de la oposición para convertirlo en ley. Este año el gobierno debió prorrogar el presupuesto por decreto, luego de que Juntos por el Cambio lograra voltear el proyecto para 2022 en la Cámara de Diputados. Con o sin acuerdo parlamentario, Massa ya tiene su hoja de ruta y difícilmente se aparte de ella.