Bancos, yerbas, vinos, aseguradoras, prendas textiles, diarios. El cooperativismo está más presente en nuestra vida cotidiana de lo que la mayoría cree. Aunque con menos prensa que el sistema privado, posiblemente por ser justamente una alternativa solidaria y social.
El vino más vendido en el país y cuatro de las diez yerbas más consumidas por los argentinos, por ejemplo, forman parte del universo asociativo de la Argentina, que representa el 8% de las exportaciones agropecuarias y el 5% del comercio exterior global.
Según un informe elaborado por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), con motivo del Día Internacional del Cooperativismo que se celebra este sábado, existen 15.082 cooperativas y 3.785 mutuales en nuestro país. Tienen presencia en el 90% de las localidades del país.
La historia de la organización de la economía solidaria se remonta a principios del siglo XX. La matrícula N° 1 fue para un emblema: «El Hogar Obrero» (EHO), fundado el 30 de julio de 1905 y compuesto por 19 asociaciones.
En sus primeros ocho años como cooperativa de ahorro y de crédito para la edificación, posibilitó la construcción de 160 casas y 2 barrios obreros en las ciudades bonaerenses de Ramos Mejía y Turdera. Actualmente está recuperando su actividad, bajo la conducción de Adriana Kreiman, primera presidenta mujer en la historia de EHO, tras sortear su etapa más difícil en la década del ’90.
En un mundo tendiente al individualismo, el neoliberalismo y la supuesta «libertad de mercado» que siempre deja librados a su suerte a los que menos tienen, la economía social continúa conquistando podios en el país. Por ejemplo, los pilotos de carreras de automovilismo reciben atención médica de la Asociación Argentina de Volantes, presidida por el excorredor Juan María Traverso. Esa mutual es parte de un conjunto que presta cobertura de salud al 8% de la población del país.
La pandemia fue también una oportunidad para el mundo cooperativo. Por ejemplo con el desarrollo por parte de cuatro cooperativas de la aplicación Detectar, masivamente utilizada en los momentos más críticos de la Covid-19: Nayra (desarrollo digital); Fiqus (software); Gcoop (software) y Cambá (tecnología) trabajaron en la versión web de la app.
Un mundo mejor
Lo que sería la ONU del cooperativismo está presidida por un argentino. El titular de la Confederación Cooperativa Argentina (Cooperar), Ariel Guarco, acaba de ser reelegido para conducir la Alianza Cooperativa Internacional, justo a 100 años de instaurarse el día del cooperativismo. “Esta edición centenaria nos llena de orgullo y responsabilidad. Nos da, ciertamente, la oportunidad de mostrar que nuestra doctrina está más vigente que nunca y que es clave para construir un mundo mejor. En el actual escenario, eso se traduce en expandir rápidamente modos de producción y consumo que estén en manos de las comunidades, generando economías más inclusivas, solidarias y equitativas”, señaló Guarco.
Y agregó: “Hoy, vemos que cada vez más los gobiernos nacionales y los organismos internacionales ponen en valor la capacidad de nuestro modelo empresarial para construir relaciones económicas, sociales y culturales que propenden a la justicia social, la equidad y la solidaridad”.
En el país, el 76% de las cooperativas son de trabajo y un 4,8% del total se dedica a la actividad agropecuaria. Ahí sobresalen Playadito, Piporé, Aguantadora y Andresito, cuatro de las diez marcas más consumidas por los argentinos.
Además, el 28% de la producción cerealera está en manos de este tipo de organizaciones, que son responsables del 8% de las exportaciones del sector agropecuario. Cuando se habla del «campo» no se puede excluir la importancia de la economía solidaria en ese sector.
En 1890 el suizo Bautista Gerónimo Gargantini y el italiano Juan Giol empezaron la actividad de Toro con sólo tres toneles en una bodega alquilada. Buscaron que sea «el vino del laburante argentino». Así lo definieron. Y hoy en la firma destacan que «Toro sigue vigente en el mercado como el vino más elegido por los argentinos, aquellos que se identifican con los valores de la marca: los laburantes, como Bautista Gerónimo Gargantini y Juan Giol».
El cooperativismo también tiene una presencia fuerte en proyectos culturales, y el periodismo, como pueden dar fe los proyectos de Tiempo, o El Nuevo Ciudadano en Rosario, entre muchos otros, que no dejan de ser empresas y competir en el sector con medios privados o públicos, pero sin un patrón. Todo se distribuye, se trabaja y se comparte entre las y los trabajadores.
Hay sectores de la economía con empresas cooperativas líderes. Es el caso de Sancor Cooperativa de Seguros. Ella y la Cooperativa de Trabajo Amanecer de los Cartoneros son las dos con el mayor número de personas asociadas.
Cuando el privado se va
En el llamado «interior del país» las cooperativas tienen un rol aún más clave: algo más de 600 cooperativas brindan servicios eléctricos en 15 provincias a casi dos millones de hogares. Garantizan la prestación del 70% de la electrificación rural y otras 700 cooperativas ofrecen servicios de agua corriente, sanitarios y gas natural por red en el país. Ofrecen servicios, en muchos casos, en zonas que a las empresas privadas de energía no les resulta «rentables». Llegan a zonas donde la mayoría desiste de ir.
Las cooperativas representan el 11% del crédito no bancario y el 1% del crédito total disponible en el país. El Banco Credicoop, con 274 filiales, es uno de los ejemplos más conocidos. «Aspiramos a contribuir al progreso económico nacional y a la construcción de una sociedad solidaria con equidad distributiva para garantizar una vida digna a todos los argentinos», señala la entidad.
«Gracias a la economía social el Estado pudo salir de la emergencia de una manera más económica», resumió a Télam Damián Luján, presidente de Contex, una cooperativa textil de la ciudad de Las Flores que proveyó la mayoría del equipamiento que utilizó el personal de salud de la provincia de Buenos Aires durante la etapa más crítica de la pandemia.
«Después de 20 años tuvimos liquidez por primera vez». Además de desarrollar su propia marca, fabrica camisas para Mimo y Penguin, entre otras firmas, capitalizando los saberes altamente calificados de una ciudad orientada a la producción textil y de dos compañías emblemáticas, ya desaparecidas: Cattorini y Gatic. Contex duplicó este año su personal y ahora cuenta con 60 empleados, en un contexto de demanda permanente y creciente de sus productos.
En el plano educativo, el cooperativismo tiene como exponente a la Escuela Técnica Los Andes, fundada en 1991 por un grupo de profesores, ingenieros y técnicos, que ofrece a sus alumnos pasantías en el INVAP y en el Centro Atómico de Bariloche.
«Los fundadores pensaron que faltaba una escuela con otra orientación y entendieron que este era el mejor formato: donde todos puedan participar y aportar, y no con un único dueño, sino con un consejo directivo dinámico, que haga que el proyecto perdure en el tiempo«, analizó el presidente Juan Manuel Prono, en diálogo con Télam.
Con espíritu solidario, los alumnos utilizan los saberes técnicos para ayudar a la comunidad: crean audífonos, prótesis en impresiones 3D, bastones inteligentes o artefactos para paradas de colectivos para ayudar a las personas no videntes.
En 2018 un grupo de estudiantes diseñó anteojos con sensores para ciegos, que sirven para anticipar obstáculos por encima de la altura de la cintura de las personas, algo que no permite el uso del bastón blanco tradicional. Ese desarrollo les valió el premio del «Desafío Banco Patagonia».
En el barrio porteño de Villa del Parque funciona hace 90 años la ropa interior Perlea. En 2021 pasó a manos de 50 trabajadoras que ocuparon la empresa cuando, en plena pandemia, sus antiguos dueños decidieron cerrar la planta. Porque ahí también, cuando los dueños privados dejan a las empresas y sus empleadas y empleados a la deriva, entra en escena el cooperativismo y el asociativismo para decir que otra forma de producción y organización económica es posible. Para un mundo mejor.
Con información de la Agencia Télam