El problema con el dólar surge a partir de la liberalización de todo tipo de regulación sobre el mercado cambiario y los movimientos de capitales. Para una economía como la Argentina, con un mercado cambiario de poco volumen comparado al resto del mundo, es complicado porque genera mucha volatilidad.
En su momento existían encajes y multas que fueron desmantelados. Hoy los capitales entran y salen libremente. Los exportadores tienen hasta diez años para liquidar y salió una nueva normativa que les permite ingresar los dólares y no pasarlos a pesos. Todo eso genera una situación de fuerte volatilidad porque el mercado cambiario queda supeditado a las decisiones de los inversores, es decir, a las fuerzas de la oferta y la demanda que tienen componentes fuertemente especulativos. Esto es lo que explica los movimientos bruscos.
Para entender lo que ocurrió en los últimos días hay que analizar la influencia de la inflación acumulada del último año y medio combinada con un dólar planchado producto de la bicicleta financiera de tasas altas en pesos que generaron una situación de atraso cambiario.
Esa percepción empieza a ser internalizada por los inversores y juega en la ecuación a la hora de la decisión de seguir apostando a la tasa en pesos o refugiarse en el dólar esperando que se acomode un poco. Empieza a ser más riesgoso apostar a la tasa en pesos.
Como está todo liberado, cuando se dan esos comportamientos basados en que el mercado considera que el atraso cambiario es insostenible, entonces se produce la suba.
La duda es hasta donde pueden llegar. Hay cuentas que preocupan. Si se toma el stock total de la base monetaria y se le suma el monto de pases y Lebacs (que son pesos que no circulan pero vencen a plazos cortos), y se divide por las reservas netas del BCRA, va a dar un tipo de cambio de $51. Esto marca hasta donde estos movimientos, con los mercados liberados, pueden llegar. Hay que tener mucho cuidado.
En la próxima licitación del 18 de julio, por ejemplo, vencen $ 500 mil millones. Esa cifra casi equivale al stock de reservas. Mientras sigan ingresando dólares por endeudamiento o por especulación, la situación se controla pero el riesgo es muy grande. Cualquier evento extraordinario puede hacer que un día que venzan las Lebacs el mercado considere que es más atractivo refugiarse en dólares y no renovar el stock.
Estos movimientos favorecen a los exportadores porque obtienen beneficios en términos de competitividad y rentabilidad. El problema es que, en la Argentina, los movimientos cambiarios tienen traslado a precios. En un contexto en el que la economía viene arrastrando un año y medio de pérdida del poder adquisitivo del salario, sumarle un nuevo traslado a precios, genera una situación mucho más compleja.