En pos de su declarado objetivo de «tranquilizar la economía», el ministro Martín Guzmán ya gastó sin demasiado éxito dos balas importantes: la reestructuración de la deuda en moneda extranjera y la presentación del Presupuesto con el plan de acción oficial para 2021. Ahora usará la tercera: la búsqueda de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
El vocero del FMI, Gerry Rice, confirmó que una misión técnica del organismo comenzará a trabajar a principios del mes entrante. Por la situación sanitaria, no se sabe si viajará a Buenos Aires o se entrevistará con las autoridades por teleconferencia. El portavoz definió la posición del Fondo como en modo escucha: «Buscamos conocer de primera mano los planes económicos y las prioridades políticas que podrían sustentar el programa; este es el comienzo del proceso y no hay un plazo fijo para llegar a una conclusión», aclaró.
Otras fuentes del Fondo confiaron a Tiempo que más allá del anuncio, todavía el staff técnico no tiene un punto de partida desde donde fijar posición. «Aún no se ha definido la agenda», informaron a este diario desde Washington.
El propósito del gobierno es acordar un programa que permita postergar el pago de capital de los U$S 44 mil millones adeudados y que al mismo tiempo signifique un respaldo del organismo. «Ahora tenemos que pedirle plata al FMI para pagarle al FMI. De lo contrario, es impagable», dijo hace un par de semanas Sergio Chodos, representante argentino ante la entidad, en relación con los fuertes vencimientos que arrancan en septiembre de 2021.
Obtener un apoyo más o menos explícito ayudaría al gobierno a capear el temporal, luego de haber atravesado una de las peores semanas de su gestión económica. Los bonos recién emitidos tuvieron fuerte bajas, el dólar paralelo marcó otro récord (tocó los 147 pesos), la brecha entre los tipos de cambio ronda el 90%, los bancos tuvieron enormes dificultades para implementar los nuevos ajustes en el cepo y el Banco Central sigue perdiendo divisas. En ese marco, y con el pedido para iniciar las negociaciones formulado por carta el 26 de agosto con la firma de Guzmán y del presidente del BCRA, Miguel Pesce, se confirmó la misión.
En realidad, en las oficinas de la Calle 19, a solo unos 300 metros de la Casa Blanca, están bastante al tanto de la situación local. «Tenemos un diálogo muy fluido y constructivo con las autoridades. Esperamos continuar profundizándolo, incluidas las discusiones sobre las últimas medidas de control de divisas», dijo Rice.
En Hacienda confían en que el Fondo avale los actuales controles cambiarios, sobre todo después de los efectos de la libre flotación postulada en el stand by de 2018, que fracasó de manera estrepitosa. El BCRA puso su granito de arena para ese fin. El primer artículo de Central de Ideas, el blog que la entidad estrenó hace dos semanas para debates académicos, trata (para nada casualmente) sobre la volatilidad del tipo de cambio y su implicancia en la elección del régimen monetario en las economías en desarrollo. «En el caso de la Argentina, como el tipo de cambio constituye una variable con implicancias sobre la inflación, el producto y la distribución del ingreso, el régimen monetario debería incluir entre sus pilares la adopción de un esquema que evite la excesiva volatilidad cambiaria», recomienda el paper.
En todo caso, la cuestión que los visitantes pondrían sobre la mesa (al menos así lo creen en el equipo económico) es el déficit fiscal. El Presupuesto 2021 fue elaborado con una previsión de saldo negativo de un 4,5% del PBI, cubierto de manera primordial por toma de deuda en pesos y emisión monetaria. El mensaje del Ejecutivo al presentar el proyecto promete «esfuerzos consistentes en pos del equilibrio fiscal que sean compatibles con un sendero de crecimiento inclusivo» y dice que es «el comienzo de un camino sostenido en esa dirección». Si bien el FMI se volvió bastante tolerante con el gasto público a partir de la pandemia, y hasta alentó a los gobiernos a que lo eleven para compensar la caída en la actividad, los técnicos pedirán alguna señal de que el regreso al equilibrio será más o menos inmediato. «
Una confusión que no ayuda
Buena parte de los bancos empezaron a retomar la venta de dólares al público minorista el último viernes y el resto planea hacerlo este lunes, luego de un parate de una semana para adecuar sus sistemas a las nuevas restricciones ordenadas por el Banco Central. Las dificultades fueron tantas que la autoridad monetaria dejó de exigir a sus regulados el cotejo con la Anses y solo ordena el chequeo con su propia base de datos para saber si el interesado está habilitado para comprar. Según el informe dado a conocer el viernes, en agosto unas cuatro millones de personas adquirieron por esta vía U$S 750 millones.
Las nuevas normas solo aportaron confusión y ayudaron a disparar los tipos de cambio alternativos, que casi duplican los $75,85 del mayorista. El blue cerró la semana en $145, al igual que el de contado con liquidación. El dólar ahorro promedió los $131, incluido el impuesto PAIS (30%) y la percepción de 35% a cuenta de Ganancias. El Banco Central, por su parte, continúa perdiendo reservas: cerró la semana en U$S 41.970 millones, el nivel más bajo del año.