El gobierno y el Banco Central dieron nuevos pasos hacia un desdoblamiento de facto del mercado cambiario, con la creación de un régimen especial para la liquidación de divisas por parte de turistas extranjeros. El mecanismo, que apunta a capturar unos U$S 200 millones por mes que los visitantes cambian por fuera del sistema formal (estimación realizada por el Banco Central), tomará como referencia la cotización del dólar MEP, lo que le dará una mayor entidad a esa operatoria que sirve para adquirir divisas a través de la compra de bonos en pesos y su posterior venta en moneda extranjera.
Esta medida se suma a la reciente decisión de aplicar una retención impositiva diferenciada para los residentes locales que asuman gastos en el exterior. Así, el llamado dólar tarjeta, utilizado para compras durante los viajes en el exterior como también para los servicios de streaming o las compras puerta a puerta, quedó un escalón por encima del que se adquiere en los bancos para atesoramiento personal.
Al mismo tiempo, las cada vez mayores limitaciones de acceso al mercado oficial para los importadores provocaron que muchas empresas se vuelquen al CCL, una operatoria similar a la del MEP pero que permite usar cuentas en el extranjero, para cumplir así con sus proveedores. Esta es la puerta de contagio por la cual este tipo de cotizaciones está empezando a desplazar al dólar mayorista en la fijación de precios en el ámbito local. La brecha entre ambos es de alrededor del 160%.
«Dada la norma del BCRA en materia de importaciones, Argentina ingresó en un nuevo marco en el cual los precios de los bienes con alto contenido importado estarán cada vez más determinados por la dinámica del dólar paralelo», señaló el último informe de la consultora PxQ. El duro estudio de ese centro, dirigido por Emmanuel Álvarez Agis, también señala algunos motivos que alimentan la suba del dólar blue, que si bien tiene poca significación económica es el que está más cerca del ciudadano común que trata de preservar sus ahorros de la inflación, sobre todo en épocas de incertidumbre. «La política monetaria del BCRA es completamente expansiva, con tasas de interés en términos reales negativas en el orden del -35% / -40% anual. Parece empecinada en regalar los pesos con los cuales se hacen las corridas en los dólares paralelos», dijo el texto. Este viernes el blue se ofreció a 350 pesos, pero enseguida se derrumbó por falta de compradores y cerró a 338.
En realidad, el Banco Central subió sostenidamente las tasas en los últimos meses, pero no pudo ganarle la carrera a la inflación. Además, encontró un condicionante: la necesidad de no competir con el Tesoro, que necesita aspirar la mayor cantidad de pesos del mercado para cubrir el déficit fiscal. Esa limitación se traslada de inmediato al mercado cambiario: «Si al exportador lo financiás en pesos más barato que lo que gana por esperar la evolución del dólar, no va a liquidar nunca», sostuvo el economista y docente Juan Graña en un largo hilo de Twitter.
Precisamente la liquidación de exportaciones es la que subyace en la cuestión. La versión oficial del gobierno es que los productores agrícolas están reteniendo los cereales en silobolsas y eso desató una fuerte acusación de Alberto Fernández: «Están guardando 20 mil millones de dólares, cuando el país los necesita», dijo este viernes el Presidente, reeditando una pelea ya clásica con ese sector.
Desde la dirigencia agraria contestan apelando justamente a ese desdoblamiento de facto: alegan que se los obliga a liquidar sus divisas por debajo de los 90 pesos (el «dólar soja», que surge de restar al tipo de cambio mayorista los derechos de exportación), mientras maquinarias, fertilizantes y otros insumos suben a ritmos más similares al dólar paralelo que al oficial. Ese fue uno de los argumentos que enarboló la Mesa de Enlace en su reciente lock-out del 13 de este mes. «Ya no sabemos qué tipo de cambio tenemos», dijo Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural.
Detrás de esa pirotecnia verbal, entre viernes y sábado arreciaron los rumores de una negociación reservada entre el gobierno y los dirigentes de esas entidades para crear alguna fórmula que les permita liquidar sus exportaciones a un valor más alto. Los hombres del campo quieren una baja de retenciones o bien un tipo de cambio diferenciado más elevado. Desde el Ministerio de Agricultura, en cambio, evalúan abrir una ventana de un par de meses en la que rija algún beneficio fiscal para incentivar las exportaciones. Sin embargo, voceros de Economía negaron que la ministra Silvina Batakis haya tenido alguna reunión por ese tema. «