En la agenda de Sergio Massa para su primer mes a cargo del área económica ya hay anotado un viaje a Washington para entrevistarse con las autoridades del Fondo Monetario y otro a Francia para dialogar con el Club de París. Ambas visitas apuntan a normalizar el frente externo luego del sacudón que significaron en ese sentido las renuncias de Martín Guzmán y Silvina Batakis, sus antecesores en el Ministerio de Economía.
La reunión con el FMI es un tema urticante porque el cumplimiento de las metas previstas en ese acuerdo (cuyos desembolsos son imprescindibles para repagar el préstamo contraído por Mauricio Macri en 2018) luce cada vez más impracticable. Un ejemplo es la baja del déficit fiscal, que fue fijada en 2,5% del PBI para todo el año. Según un trabajo realizado por el IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal), para tener éxito con ese objetivo el gasto público debería reducirse en el segundo semestre en al menos $ 500.000 millones, suponiendo una evolución favorable de la recaudación. En un escenario adverso, si los ingresos se estancaran, el recorte debería trepar a $ 964.000 millones.
También están en duda los otros supuestos sobre acumulación de reservas y emisión monetaria establecidos en ese programa. En este último aspecto, en apenas la mitad del año ya se consumió el 57% de la asistencia máxima al Tesoro autorizada. En cuanto a las reservas, lejos de engrosarse, vienen enflaqueciendo: el Banco Central perdió U$S 1.275 millones en sus operaciones en el mercado oficial en el mes de julio y en los dos primeros días de agosto cedió otros U$S 300 millones.
Con Batakis al lado
Lo curioso es que para visitar a las autoridades del FMI, Massa piensa llevar a su lado a Silvina Batakis, quien hace apenas 10 días se presentó en ese mismo lugar como la nueva interlocutora por parte del gobierno argentino. Al volver de ese viaje, la funcionaria fue desplazada al Banco Nación. La invitación a Batakis es entendida como un intento por mostrar continuidad en la gestión y reducir, en parte, la desprolijidad que significó su relevo del cargo apenas después de sentarse a hablar con autoridades e inversores estadounidenses.
Además, la ocasión será propicia para un nuevo encuentro con inversores y funcionarios del Departamento del Tesoro. A los contactos con que el nuevo ministro cuenta en Estados Unidos se sumarán los que pueda proporcionar el embajador en ese país, Jorge Argüello. “Durante el fin de semana conversé en varias oportunidades con Massa, que en el futuro tiene planeado visitar Estados Unidos, en particular Washington y Nueva York”, confirmó Argüello a la agencia Télam.
En cuanto al Club de París, ese nucleamiento de países y organismos oficiales al que Argentina le debe U$S 2.000 millones esperaba recibir a Martín Guzmán en la primera semana de julio; justo unos días antes se produjo su renuncia. La idea de Massa es normalizar relaciones con esa entidad (para lo cual será imprescindible armar un cronograma de pagos, más temprano que tarde) y mantener el flujo de inversiones necesarias para hacer funcionar la “fábrica de dólares”, en referencia a las actividades productivas que generen exportaciones y divisas frescas.