Argentina recibió malos augurios de parte de la comunidad internacional de las finanzas reunida en Indonesia. En ese archipiélago del sudeste asiático, que está curando sus heridas de un reciente tsunami que dejó más de 5000 desaparecidos, se celebró la reunión anual conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en paralelo con la cumbre de ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G20.
La llegada a Bali de la delegación argentina, encabezada por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y la vicepresidenta 2ª del Banco Central, Verónica Rappoport, coincidió con la publicación del Panorama Económico Mundial (WEO, por sus siglas en inglés), el informe que elabora el FMI dos veces al año. Según el organismo, la economía argentina retrocederá un 2,6% del PBI este año y un 1,6% adicional en 2019. Es una caída mucho más fuerte que la admitida por el gobierno en el Presupuesto nacional (2,4% y 0,5%, respectivamente).
El documento pinta un panorama escéptico sobre las perspectivas para la región, titulado «Las Américas, una recuperación despareja» y que es un desprendimiento del WEO. Allí, el Fondo ratifica las cifras negativas para Argentina (las peores de Sudamérica, a excepción de Venezuela) y cree que su desplome frenará la performance de la región, que sólo crecerá un 2,2% el año que viene.
El FMI atribuye a fallas locales la caída del peso en proporciones mucho mayores que las demás monedas. «Los flujos de capital de cartera netos a la región se han tornado negativos en los últimos meses, ejerciendo aun más presión sobre los tipos de cambio, en especial en los países con fundamentos económicos débiles e importantes necesidades de financiamiento externo». De cara al futuro inmediato, el paper presagia que por las tensiones del comercio a nivel internacional y la apreciación del dólar, los flujos de dinero buscarán destinos más seguros: «Las autoridades de la región deben estar preparadas para afrontar nuevas presiones de salida de capitales», señala el texto.
Otro concepto general parece estar escrito a la medida de Argentina. Es el que avisa que «las salidas de capital más cuantiosas de lo previsto podrían plantear graves problemas a varios países, en particular los que presentan fuertes necesidades de financiamiento externo y descalces de monedas significativos». En cambio, aguardan que «el consumo privado continúe siendo el rubro que más contribuya al crecimiento regional», algo difícil de esperar en Argentina con una dramática caída del salario real y con pymes jaqueadas por los tarifazos en el rubro energético y las astronómicas tasas de financiación. También afirman que las elecciones en nueve países de la región hasta fines del año que viene, empezando por la segunda vuelta en Brasil pactada para dentro de dos semanas, agregarán incertidumbre. Pese a ello, aconsejan «seguir centrando la atención en las reformas estructurales que son tan necesarias para estimular la capacidad productiva y ayudar a consolidar un crecimiento vigoroso».
Elogios sí, plata no
Pese a que los pronósticos del FMI no fueron para celebrar, Dujovne y compañía tuvieron un consuelo en las palabras del secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, con quien se reunieron el viernes. «Acogemos con satisfacción los fuertes ajustes de la política monetaria y fiscal propuestos por el gobierno argentino», dijo el enviado de Donald Trump.
En cambio, no se informaron progresos sobre la aprobación por parte del Fondo de la revisión del crédito stand by que el presidente Mauricio Macri había dado por segura hace un mes y medio. Hasta que la cúpula de la entidad no se expida, los fondos que prometió su titular Christine Lagarde no serán girados. Se estima que el directorio podría tratar el tema el viernes 26. Cuando ello ocurra, quedarán destrabados los U$S 5800 millones previstos para lo que queda del año y los U$S 7400 millones que Lagarde prometió adelantar. Cualquier precisión en ese sentido será la mejor noticia que Dujovne podrá traer de Indonesia. «