La próxima misión del Fondo Monetario Internacional pedirá al gobierno que aclare cuáles son los efectos que la recompra de bonos soberanos causó en las reservas internacionales. El organismo quiere saber si su puesta en práctica afectará la acumulación de divisas, uno de los puntos centrales del acuerdo de facilidades extendidas en vigencia.
Un panorama detallado sobre el tema será solicitado por la próxima delegación del organismo que dirige Kristalina Georgieva, que auditará los números de la economía argentina al cierre del año 2022. Se estima que los técnicos iniciarán la revisión en la segunda quincena de este mes. Si bien las inspecciones se realizan a trimestre vencido, la tarea de los economistas del organismo incluye la recolección de datos para bosquejar un panorama del futuro inmediato y para ello suelen dialogar tanto con los funcionarios del gobierno como con dirigentes de la oposición y analistas privados.
Las dudas sobre la oportunidad de la recompra de títulos fueron expuestas por Nigel Chalk, uno de los economistas de carrera del FMI que luego de los últimos reacomodamientos en el seno de la entidad quedó como subdirector del Departamento para el Hemisferio Occidental. Desde allí es uno de los encargados de monitorear la economía argentina y el cumplimiento del acuerdo sellado en marzo pasado.
«Tenemos metas de reservas en el programa. Las reservas son escasas y preferiríamos no tener acciones que minen la acumulación de reservas que estamos asumiendo en el acuerdo», dijo Chalk a la agencia Reuters. Y se refirió a las preguntas que hará el staff técnico en su próxima auditoría. «Obviamente, esa revisión tiene un elemento de visión a futuro. Y queremos tener alguna tranquilidad de que la meta de reservas también se cumplirá», agregó.
El funcionario dijo que el Fondo fue notificado de la decisión de encarar el rescate de títulos y que «ha estado trabajando con las autoridades argentinas sobre este plan con la recompra de deuda. Primero sobre la escala de la operación, cómo está siendo operado, y luego sobre cómo se ajusta al programa».
De dónde sale la plata
La adquisición de títulos públicos en el mercado abierto fue anunciada por el ministro de Economía, Sergio Massa, el 18 de enero. Y tiene un punto de partida: los alrededor de 6000 millones de dólares que el Banco Central pudo acumular en los últimos tiempos gracias al dólar soja, a los préstamos de libre disponibilidad que consiguió el propio Massa (como los U$S 700 millones que giró el BID sin condicionamientos para su uso) y la activación del swap con el Banco Popular de China. De esa suma, el gobierno anunció que usará unos U$S 1000 millones en la compra, en los mercados secundarios, de los títulos emitidos durante el proceso de reestructuración de la deuda pública, en 2020.
De acuerdo al reporte que el Grupo Cohen envió a sus inversores, «el Tesoro informó oficialmente la recompra de U$S 1008 millones nominales en (bonos) soberanos durante enero, que significaron un costo de U$S 374 millones para las arcas del Tesoro. El 93% de las compras se destinaron al GD30, un 4% al GD35 y el restante 2% se repartió entre el GD29 y el GD38».
De ese desglose se desprenden dos cosas: que el precio promedio de los títulos adquiridos ronda el 37% de su valor nominal, y que el gobierno ya se ahorró pagos de capital para los próximos años por U$S 634 millones, además de los intereses que esos papeles hubiesen generado hasta su vencimiento.
Pero, además, el detalle revela la fuerte concentración de esfuerzos dedicados al rescate de los bonos Global 30, los más utilizados para hacerse de dólares billete a través de las operatorias CCL (contado con liquidación) y MEP (mercado electrónico de pagos). Se estima que cada uno de esos mercados puede mover entre 100 y 150 millones de dólares diarios. Acumular esos títulos le permitiría al gobierno tener poder de fuego para evitar que esas cotizaciones se disparen.
Las metas no se tocan
Claro que la maniobra, si se utiliza el monto previsto, le costará al gobierno cerca del 20% de las reservas actuales. Y esa cifra es la que preocupa al FMI, que machaca con la meta de acumulación de divisas por U$S 9800 millones para el bienio 2022-2023 comprometida en el acuerdo celebrado el año pasado. De ese monto, unos U$S 500 millones deberían subir en este primer trimestre.
Los bonos también servirían para concretar uno de los propósitos que Massa se había fijado al comienzo de su gestión y no pudo cumplir: obtener fondos frescos a través de un Repo. La operatoria (que toma su nombre del término inglés repurchase agreement) consiste en vender títulos públicos a un adquirente privado con la obligación de volver a comprárselos en un plazo convenido.
En los últimos días volvieron a circular los rumores sobre que el Palacio de Hacienda evalúa concretar un Repo por U$S 2500 millones, lo que justificaría el esfuerzo por conseguir títulos para ofrecerlos en esa negociación. Entre las posibles contrapartes se mencionaron fondos de inversión, bancos europeos y asiáticos. Sin embargo, al cierre de esta edición, no había novedades sobre el tema. «