El Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzará con las negociaciones para revisar la deuda de Egipto, Sri Lanka y Túnez, tres países especialmente afectados por las consecuencias económicas de la invasión rusa en Ucrania, según anunció este jueves la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva. El FMI «va a sentarse con Sri Lanka, con Egipto, con Túnez y vamos a discutir de forma realista qué cosas pueden hacerse», aseveró Georgieva anoche en una entrevista con Bloomberg Television.
Sri Lanka y Túnez son dos de los mercados emergentes que poseen bonos en dólares emitidos por sus gobiernos que pagan como intereses, al menos, 1.000 puntos más que la tasa de referencia del Tesoro estadounidense. Ambos países, impactados por las consecuencias económicas de la invasión rusa en Ucrania, se verán enfrentados a un recrudecimiento de su situación financiera dado que la Reserva Federal estadounidense (FED) al igual que otros bancos centrales del mundo, comenzaron a subir sus tasas de intereses con el objetivo de amortiguar la inflación que, en el caso de Estados Unidos, llegó a un récord en más de 40 años.
Este jueves el FMI redujo sus previsiones de crecimiento económico para 143 países de los 190 que son miembros del organismo, a causa de la guerra y la consecuente alza en la incertidumbre y la inflación: un panorama que se recrudece en los países que son importadores netos de alimentos y combustibles, commodities cuyo valor ha escalado desde que comenzó el conflicto. Sri Lanka, que se declaró en default esta semana y sufre su peor crisis económica desde su independencia hace 50 años, planea comenzar la próxima semana las negociaciones con el FMI con el objetivo de recibir un salvataje.
De acuerdo a diversas estimaciones, el país sudasiático necesitará de unos US$ 7.000 millones para pagar su deuda este año, meta que será imposible con unas reservas que totalizaban, a fines de marzo, sólo US$ 1.900 millones. Por su parte, Egipto, uno de los países más endeudados del Medio Oriente e importador de los alimentos, manifestó el mes pasado su intención de extender el programa de financiamiento que posee con el organismo. El país ya había entrado en un programa de US$ 12.000 millones con el FMi en 2016, al cual se sumó un acuerdo «stand-by» de US$ 5.200 millones y otro préstamo de US$ 2.800 millones en 2020.
Por otro lado, según diversos analistas, Túnez, si bien negociará con el FMI, no planea una reestructuración de la deuda –que incluye al menos US$ 5.000 millones en eurobonos- con los demás acreedores. Los tres países se sumarían a Líbano, que la semana pasada alcanzó un acuerdo preliminar con el FMI para un préstamo de US$ 3.000 millones. Dicho crédito, que será desembolsado en un programa que se prolongará cuatro años, solamente será aprobado por el directorio ejecutivo del FMI luego de que Beirut realice una serie de medidas, que incluye la libre flotación de su tipo cambiario (el cambio oficial se encuentra en 1.507 libras por dólar, mientras que en el mercado ilegal cotiza a 24.000) y la renegociación de la deuda con los acreedores privados.
Un acuerdo con el FMI permitiría a Líbano obtener divisas para poder pagar las importaciones de productos básicos como combustibles y medicinas, además de destrabar el acceso a créditos de otros organismos. El país –que se encuentra en default desde marzo de 2020 para preservar sus diezmadas reservas- posee una deuda de US$ 30.000 millones en eurobonos, y se encuentra en una profunda crisis inflacionaria y monetaria desde hace más de dos años. Georgieva afirmó el jueves que el 60% de los países de bajos ingresos se encuentra en o cercanos a una situación de sobreendeudamiento, y algunos de ellos necesitarán entrar en negociaciones para reestructurar.