Una foto con sonrisas, un diplomático tuit que anuncia un «fuerte compromiso» y no mucho más que eso trajeron el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, de su viaje a Washington. Ambos se reunieron en la semana que pasó con las máximas autoridades del Fondo Monetario Internacional, en el marco de la reunión anual conjunta de esa entidad y del Banco Mundial.
Tras el encuentro del viernes, la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, se manifestó públicamente en las redes sociales. «Hoy tuve una productiva reunión con Lacunza y Sandleris. Les reiteré nuestro fuerte compromiso para ayudar a la Argentina y nuestro apoyo a políticas que allanen el camino a una mayor estabilidad e inclusión y a un crecimiento durable», expresó en Twitter.
Pero lo más jugoso fue lo que había dicho un día antes, en un breve encuentro con periodistas. «Puedo asegurarles que la voluntad del FMI de acompañar a la Argentina fue grande cuando Christine Lagarde era directora gerente y seguirá siendo fuerte bajo mi mandato», señaló Georgieva. «Estamos muy interesados en ver qué marco de políticas establecerá el próximo gobierno. Cuando tengamos eso, podremos seguir esta conversación», agregó.
Esas frases, dichas en vísperas del encuentro con los funcionarios argentinos, redujeron el ya de por sí escaso margen de expectativas sobre algún apoyo concreto a la gestión del presidente Mauricio Macri. A un puñado de días de los comicios donde el oficialismo se juega su continuidad (y donde es muy probable que salga derrotado, según todos los pronósticos), Georgieva ratificó la decisión de wait and see, esperar y ver.
Un poco más específico fue el director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner. «Estamos esperando las propuestas con más detalle que estarán disponibles cuando haya un gobierno electo. Tenemos que hacer una evaluación integral de la política fiscal para poder dar una respuesta de la evolución del acuerdo. Pasado el proceso electoral estaríamos en condiciones mucho mejores para dar respuesta a cómo serán los siguientes pasos», dijo Werner, uno de los técnicos que podría perder el puesto por haber avalado la continuidad del programa.
Desde la delegación argentina resaltaron que el diálogo continúa y que el acuerdo stand by sigue su curso, más allá de que los U$S 5400 millones que el Fondo debía girar en septiembre jamás aparecieron. «Vinimos a compartir nuestras proyecciones, nuestras ideas y nuestras políticas. El Fondo reconoce públicamente que la Argentina ha cumplido con todos sus compromisos fiscales, monetarios, cualitativos y cuantitativos. El programa está vigente», señaló Lacunza a la salida de la entrevista.
Un rato más tarde, Lacunza habló por videoconferencia con los asistentes al coloquio de IDEA, en Mar del Plata. «La reunión fue muy constructiva. Entendemos que vinimos a representar a la Argentina independientemente del proceso electoral para que, superada esa coyuntura, el programa continúe», señaló el ministro.
Una de las preocupaciones de Lacunza en los últimos días fue insistir en su idea de rearmar el calendario de vencimientos de la deuda pública. «Con un perfil más desahogado se va a poder restablecer el equilibrio en el mercado financiero y de cambios. Y las medidas de fin de agosto y fin de septiembre van a quedar obsoletas», señaló en referencia al cepo cambiario y al default en las letras de corto plazo.
¿Habló de ese tema Lacunza con Georgieva? Ninguna fuente oficial lo confirmó. Sin embargo, está claro que la demora en el desembolso del Fondo tuvo incidencia directa en la postergación del pago de Letes y Lecap. Y que una eventual reestructuración de la deuda no puede prescindir del FMI, que ya puso U$S 44 mil millones y que espera empezar a recuperarlos en 2021. La llamativa insistencia del ministro en recomendar una negociación que difícilmente pueda conducir, habida cuenta de que su misión al frente del equipo económico termina apenas en siete semanas, alimenta sospechas al respecto.