A contramano de lo que ocurre en el resto del mundo, la guerra en Europa podría acelerar el crecimiento de la actividad económica en Argentina. Así lo cree el Fondo Monetario Internacional, que elevó a 4% la estimación sobre la mejora del PBI en el país para este año. Esto implica una mejora de un punto porcentual sobre la anterior estimación, realizada en enero. En tanto, para 2023, se proyectó una suba del producto de 3% anual.
Las nuevas previsiones fueron publicadas en el Panorama Económico Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) que la entidad dio a conocer este martes, en ocasión de la reunión de primavera boreal que organiza conjuntamente con el Banco Mundial. En líneas generales, el trabajo marca una fuerte corrección a la baja en el crecimiento económico global, como consecuencia del estallido bélico entre Rusia y Ucrania.
“El daño económico del conflicto contribuirá a una desaceleración significativa del crecimiento mundial en 2022 y se sumará a la inflación. Los precios de los combustibles y los alimentos han aumentado rápidamente, afectando más a las poblaciones vulnerables de los países de bajos ingresos. Se prevé que el crecimiento mundial se desacelere de un 6,1 % estimado en 2021 a un 3,6 % en 2022 y 2023. Esto es 0,8 y 0,2 puntos porcentuales menos para 2022 y 2023 que lo proyectado en enero”, señala el Panorama.
Si el mundo crecerá más lentamente, ¿por qué Argentina lo hará más rápido? La respuesta está en el apartado del informe que calcula cómo impactará la guerra según el tipo de países. Así, Argentina está incluido en el único de los cinco grupos en el que se corrigió el pronóstico hacia arriba; el que está integrado por los países emergentes exportadores de commodities (excepto Rusia) y que se verá beneficiado por el alza de los precios internacionales de esos productos. En tanto, para los importadores de esas materias primas, los países avanzados, la región de Europa del Este y Asia Central (donde se desarrollan los combates) y el mundo en general, la proyección empeoró.
Situación volátil
Sin embargo, en la conferencia de prensa en la que se presentó el Panorama, hubo un claro alerta de Pierre-Olivier Gourinchas (el nuevo economista jefe del FMI que reemplazó a Gita Gopinath, ascendida a subdirectora gerente) sobre la volatilidad de estas previsiones: «Debido a la naturaleza sin precedentes del choque, destacamos que la incertidumbre en torno de estas proyecciones es considerable, muy por encima del rango habitual. El crecimiento podría desacelerarse significativamente más mientras la inflación podría resultar más alta de lo esperado si, por ejemplo, sanciones destinadas a poner fin a la guerra se extienden a un nivel incluso mayor de energía rusa y otras exportaciones».
Esas razones son las que también ponen un asterisco sobre la validez del optimismo acerca de la economía argentina. Principalmente porque los mayores ingresos previstos por la exportación de commodities agrícolas podrían irse por la otra ventanilla cuando llegue la factura de las importaciones de energía que el gobierno deberá realizar para los próximos meses. El ministro de Economía, Martín Guzmán, celebró acuerdos con Bolivia y con Brasil para asegurarse la provisión adicional de gas y electricidad a valores bastante más económicos de los que manejan los países europeos que dejaron de comprarle energía a Rusia. Pero para saber si la cuenta final tendrá números azules o rojos habrá que esperar a que termine el invierno.
La situación cambió tanto desde el comienzo de la invasión rusa que el programa celebrado hace apenas un mes entre Argentina y el FMI (del que el organismo sacó los datos principales para actualizar su previsión) ya quedó viejo. Por eso, con algo de retraso debido a las reuniones donde se ultimó el lanzamiento de nuevo bono a jubilados y trabajadores informales, Guzmán viajó a Washington para participar del meeting y también para hablar con la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, y con el staff técnico. Todos saben que habrá que “recalibrar” el acuerdo firmado y que de los términos de esa adecuación, como también de la evolución de la cuestión global, dependerá que las proyecciones sobre un mayor crecimiento de la economía argentina puedan cumplirse.