El nivel de actividad y de inflación en la Argentina durante el presente año serán peores a lo previsto, de acuerdo al nuevo informe elaborado por el Fondo Monetario Internacional. El organismo calculó que la economía apenas crecerá 0,2%. De la misma manera, estimó que la inflación trepará a 98,6% durante el año 2023.
Los datos surgen de las Perspectivas sobre la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés). El documento es actualizado por el organismo cada vez que se acercan las asambleas conjuntas del FMI y el Banco Mundial, que se celebrarán esta semana en Washington. Allí también se realizará la reunión de ministros de finanzas y presidentes de los bancos centrales de los países del G20.
El pronóstico del FMI es mucho más pesimista que el elaborado con anterioridad, que esperaba un crecimiento de 2% del PBI para todo el año, y que también validaba las esperanzas oficiales de reducir la suba de precios a no más del 60% en todo el año.
Lo curioso es que en el apéndice metodológico del WEO se sostiene que los datos relativos a la Argentina se extraen dela “información disponible sobre el resultado del presupuesto, planes presupuestarios y objetivos de programas respaldados por el FMI para el gobierno federal”. Y en estos últimos, de acuerdo al informe del staff técnico de la entidad que revisó las cuentas nacionales correspondientes a fines de 2022, se mantienen las anteriores previsiones del gobierno.
En declaraciones periodísticas, el economista jefe del Fondo y responsable del WEO, Pierre-Olivier Gourinchas, sostuvo que “la razón por la que tenemos esa revisión a la baja del PBI es por la sequía masiva. Estamos viendo si es transitorio. En 2024 esperamos un crecimiento del 2%. Sobre la inflación hemos visto cierto progreso, pero los desafíos nos han llevado a un aumento”.
Tan ciertas son esas razones como que las recomendaciones del FMI contribuyen a ese panorama de menor crecimiento y mayor inflación. En ocasión de informar el desembolso de U$S 5.400 millones correspondiente a un nuevo tramo del programa (suma que el gobierno terminará de devolver en los próximos días), la subdirectora del organismo, Gita Gopinath, pidió “tasas de interés reales suficientemente positivas para hacer frente a la alta inflación y respaldar la demanda de activos en pesos”, lo que de por sí dificultará el financiamiento de proyectos de inversión y retrasará el crecimiento. También reclamó acelerar la tasa de devaluación para que el dólar no se retrase, lo que encarecerá los insumos importados y generará mayor suba de precios.
Adiós al “aterrizaje suave”
El documento sostiene que el aterrizaje de la economía mundial en 2023 no será tan suave como se preveía. A los problemas que ya se venían manifestando, relacionados con las secuelas todavía vigentes de la pandemia de Covid-19 y las tensiones geopolíticas derivadas de la guerra en Ucrania (que entre otras cosas dispararon los precios de la energía y de commodities agropecuarios), se suman las consecuencias de la fuerte suba de las tasas de interés que aplicaron los países centrales para reducir la inflación.
En ese contexto, se estima que el crecimiento global bajará del 3,4% del año pasado a 2,8% en 2023, que bien podría reducirse a 2,5% si continúan los temblores en el sistema bancario. En los países avanzados, en particular, la mejora de la actividad se reducirá apenas a 1,7%. “Las vulnerabilidades del sector bancario han entrado en foco y los temores de contagio han aumentado en el sector financiero en general”, recuerda el trabajo en relación a la caída del Silicon Valley Bank y del Credit Suisse.