El gobierno podría apoyarse en los elevados índices de inflación para mejorar la recaudación y cerrar las cuentas fiscales sin déficit. Así lo estiman los técnicos del Fondo Monetario Internacional, según lo revela la revisión trimestral del acuerdo stand by, hecha pública este lunes.
Lo que los auditores del FMI creen que va a pasar es un fenómeno conocido como impuesto inflacionario, que aumenta de manera artificial los ingresos públicos a partir de una base imponible más alta. Cuantos más pesos nominales sean necesarios para una transacción económica, o queden como ganancias de una compañía o un individuo, más dinero entrará al fisco, ya que los impuestos son, en líneas generales, una proporción fija de esas operaciones o de esos saldos declarados. En la medida en que el Estado recaude más por esa vía y mantenga sus gastos constantes, tendrá un ingreso extraordinario.
En este caso en particular, el problema para alcanzar el déficit primario cero (el gran objetivo del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne) surge de la baja en la cobranza de impuestos en este primer semestre como consecuencia de una doble debilidad: de la actividad económica, jaqueada por una recesión que ya lleva más de un año, y del mercado laboral, en el que los salarios se han actualizado muy por debajo de los precios y encima el gobierno redujo las contribuciones patronales. La recaudación de la AFIP llegó a ser casi 10% menor que la del año pasado, en términos reales, si bien en junio la merma fue recortada a 2,4%.
Aunque el Estado saldría ganando, está muy claro quiénes son los perdedores de esta situación y el propio informe del FMI lo señala: los trabajadores estatales y los jubilados, que no recibirán recomposición alguna. “La alta inflación erosionará el gasto en salarios y jubilaciones en alrededor de 0,2% y 0,5% del PBI, respectivamente, incluso contando el 30% de aumento salarial otorgado para el período de junio de 2019 a junio de 2020”, dice el texto. Pero el documento acepta que la treta sólo servirá para maquillar los números: “Aunque la mayor inflación beneficie las cuentas fiscales, representa un medio de baja calidad para lograr el ajuste fiscal necesario y acrecentará los riesgos para 2020, cuando la indexación basada en índices anteriores se activará e impulsará la relación gasto-PBI”.
El efecto del impuesto inflacionario se potencia porque el alza del índice de precios no se detiene. El Indec afirmó este martes que en junio la suba fue de 2,7% y en los últimos 12 meses de 55,8%. El FMI corrigió hacia arriba dos veces su previsión para todo el año: ahora la elevó a 40,2%. El gobierno, en tanto, ya dejó de formular pronósticos.