La economía no da tregua. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó ayer que la actividad local cayó en julio un 5,9% con relación al mismo mes de 2015 mientras que en la comparación con el mes previo presentó un retroceso del 0,4 por ciento.
El dato, que es el más bajo desde julio de 2009, se conoció pocas horas antes de la reaparición del índice de pobreza e indigencia del Indec.
El EMAE se suma a otros recientes estudios públicos y privados igualmente negativos para la administración nacional, que insiste en atribuir toda la responsabilidad a los gobiernos anteriores y en el intento de capitalizar el impacto negativo como consecuencia inevitable de su decisión de sincerar las estadísticas.
Esos informes explican la caída de la actividad en función de las fuertes desaceleraciones de la industria y de la construcción. Pocos días atrás la Fundación Fiel informó que la industria se contrajo un 4,6% en agosto comparada con el resultado del mismo mes del año anterior. El mismo trabajo señaló también una caída del 0,8% respecto a julio de este año y un desplome del 4,4 en el acumulado enero-agosto.
El 31 de agosto el organismo oficial informó que en julio se produjo la peor caída de la industria en 14 años a la par de un derrumbe histórico del 23% en la construcción y ayer terminó de redondear el panorama del sector con la publicación de la encuesta de obreros ocupados.
A la par, los números del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC), que integran el sector privado y el gremio de la UOCRA, acusaron en el séptimo mes del año una caída del 14,1% en el empleo del sector. El informe también destacó para el mismo mes una caída del 1,5% interanual en la cantidad de empresas constructoras operativas.
Pero no hay dos sin tres. Detrás de la caída de la industria y la construcción hay un impacto necesario en el consumo que, según la Cámara de la Mediana Empresa (CAME) retrocedió en agosto el 7,4 por ciento.
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