Aunque el gobierno y la gran mayoría del empresariado nunca dejaron de presionar para que el Congreso apruebe la reforma laboral, los datos indican que en los últimos dos años y medio la precarización del empleo avanzó a pasos agigantados. Los despidos se contaron por decenas de miles, igual que las suspensiones, además las largas colas para conseguir ocupación, volvieron a ser parte del paisaje porteño.
La lucha por sostener la economía familiar derivó en el crecimiento de los indicadores laborales, que la gestión de Mauricio Macri usufructuó en función de su proyecto político. Pero la defensa oficial pasó por alto que la mayoría de los nuevos empleados se registran como cuentapropistas o monotributistas, un pequeño detalle que esconde una desmejora de las condiciones laborales.
Un informe de la Universidad de San Martín (Unsam) observó que en el nuevo cuentapropismo las ocupaciones profesionales y técnicas pierden espacio frente al avance del denominado “empleo refugio” que engloba entre otros a peluqueros y tatuadores. El análisis del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) dependiente de esa casa de estudios destaca que sólo el 24% de las personas comprendidas bajo la modalidad “independiente” realiza actividades profesionales o técnicas. El 72 % en cambio realiza trabajos operativos. Entre estos últimos, la mayoría se ocupa en la construcción (34%) por delante de la industria (18%) pero también hay reparadores de bienes de consumo (services o mecánicos) y los que se dedican a la atención de personas, como peluqueros, depiladores, manicuras, entre otros.
Durante el macrismo, el trabajo independiente creció con mayor incidencia del empleo no calificado. “Entre los años 2016 y 2017 creció particularmente la cantidad de trabajadores independientes que se desempeñan en tareas operativas (+12%) y, en menor medida, aquellos que realizan tareas no calificadas (+4%). Por su parte, el número de profesionales y técnicos se contrajo (-2%)”, explicó la fuente.
El informe detalla, en particular, que “la expansión de los trabajadores independientes que se desempeñan en tareas operativas fue impulsada por trabajadores con un alto nivel educativo. En efecto, una importante contribución al crecimiento del trabajo por cuenta propia la realizaron trabajadores con terciario o universitario, que pasaron a desempeñarse en ocupaciones de limitada calificación. Esto dio lugar a un fenómeno (poco auspicioso, por cierto) de sobrecalificación de la mano de obra”.
En el cuarto trimestre de 2017 hubo 12.529 empleos para profesionales y técnicos respecto al mismo tramo del año anterior. A contramano, los puestos operativos fueron 193.757, un 12% más que en 2016. Los no calificados aumentaron un 4%, con 4.083 plazas nuevas en relación al año previo.
Entre los puestos operativos, los que más crecieron fueron los oficios dedicados a la atención estética o personal (un 56% del total), seguidos por servicios sociales varios, como los jardineros y paseadores de perros (21%), además de gestores administrativos (12%) y de comercio directo, como vendedores o telemarketers (11%).
Por último, el CETyD subrayó que la expansión del trabajo independiente estuvo lejos de vincularse al nacimiento de pequeñas empresas. Con datos de la EPH, el número de empleadores cayó un 1% entre el último tramo de 2016 y el último del año siguiente, lo que “permite confirmar que la expansión del trabajo independiente se debió al crecimiento de cuentapropistas, cuya cantidad se incrementó un 8%”.