El arreglo con el FMI y los cambios en el Banco Central y el Gabinete parecían haberle dado estabilidad al valor del peso con respecto al dólar, cuya cotización se mantuvo alrededor de los 28 pesos durante casi todo julio. Pero esta semana se terminó la tregua y en los cinco días hábiles el tipo de cambio acumuló un aumento de un $ 1,96 y cerró este viernes en $ 29,85, en nuevo máximo histórico, a pesar de que algunos bancos llegaron a venderlo por encima de $ 30 durante la jornada.

Uno de los principales motivos de esta fuerte suba es la apreciación del dólar a nivel mundial. A eso se le suma que subió el riesgo país de casi todos los países emergentes, como Argentina, cuyo índice alcanzó esta semana a 701 puntos, según el JP Morgan, que no le daba una calificación tan alta al país desde febrero de 2015.

Además, estos factores internacionales se mezclaron dos autóctonos. El primero, el límite que el FMI le impuso al Banco Central para subastar dólares, que se redujo a la mitad esta semana (pasó de cien millones a cincuenta millones). Similar reducción se vio en el ingreso de divisas diaria por la exportación de granos por el fin de la cosecha gruesa.