Tras un año y nueve meses de penurias, decenas de miles de trabajadores textiles perdieron su empleo, entre los que tenían una ocupación formal dentro de esta industria y aquellos que dependían de esta actividad en forma indirecta.
La industria no se pone de acuerdo en el número de despidos y suspensiones. El dirigente de TN Platex, una de las empresas grandes del ámbito local, Jorge Sorabilla, habla de hasta 20 mil empleos caídos; pero Damián Regalini, presidente de la cámara de fabricantes de medias, reconoce unos 5000. Para la Asociación Obrera Textil (AOT), a marzo de este año, entre despedidos y suspendidos, el sector acumulaba 3500 puestos perdidos.
Las causas del desastre social se conocen: importaciones en ascenso, caída del poder adquisitivo, achicamiento del mercado interno. En abril de 2016, el gobierno de Cambiemos recogió el guante del sector y abrió una mesa de competitividad para discutir políticas de reactivación.
El oficialismo promocionó la iniciativa con bombos y platillos pero los resultados no llegaron: las importaciones crecieron sin pausa y el empleo pronunció su tendencia negativa.
Frente a esto, la cadena de valor de la industria textil, que tiene su primer eslabón en el sector agropecuario, y el último en el mercado de los productos terminados, difundirá mañana los datos que pintan el panorama del sector en la edición anual de la convención ProTextil.
Sorabilla, también presidente de la entidad que organiza el evento, la Fundación Pro Tejer, adelantó que entre empresarios y sindicalistas se preparan para leer un comunicado con datos que demuestran que el sector no sólo no está despegando sino que además está lejos de tallar en la vitrina de los brotes verdes que festeja a diario la administración nacional.
«Nos estamos reuniendo con el gobierno y tenemos metas pero nos ofrecen medidas que son insuficientes para el sector», señaló Sorabilla a Tiempo. Las razones de esa insuficiencia, remarcó, «consisten en que (el gobierno) parte de un diagnóstico equivocado cuando para reactivar el sector hacen falta medidas más complejas», señaló el empresario, quien se alejó del discurso hegemónico del empresariado local cuando señaló que «creen que es un problema de competitividad pero no pasa por ahí».
Regalini, por su parte, lamentó que desde el cambio de gobierno «no cambió en nada la situación de los textiles» sino todo lo contrario: «El sector está peor y la expectativa es muy mala».
Como Sorabilla, el fabricante de medias lamentó los anuncios formales del oficialismo y el contraste con los resultados. «Las importaciones de productos finales están liberadas, esa es la realidad y lo demás son slogans», acusó.
El peso de la producción extranjera es especialmente alarmante para la producción de medias. Regalini aseguró que la importación aumentó este año alrededor de un 1000%, con indicadores mensuales de tres dígitos. «El aumento preocupa porque tiene un aspecto irracional», detalló. Y agregó: «Se compran cosas que se fabrican acá, productos que además ingresan a precios más bajos, algo que podrá beneficiar al importador, pero no al fabricante ni al consumidor».
A propósito, el economista Mariano Kestelboim indicó que este año los precios de la producción extranjera bajaron un 30%, lo que hace todavía más beneficioso el negocio de la importación y más difícil la apuesta por la inversión y la producción local.
«El kilo de indumentaria vale menos, así que los importadores (principalmente grandes marcas como Zara, Levis o Prototype) tienen más poder de compra.» Además, sumó el economista, se está viendo una menor exigencia de la demanda, que dirige mayores proporciones del ingreso al pago de los servicios públicos y a los alimentos por los tarifazos y la inflación, pero menos a la adquisición de indumentaria. «