La suba de los dólares financieros impulsará la inflación de octubre. Y en las dos semanas que quedan hasta las elecciones presidenciales seguirán siendo noticia. Esa es la coincidencia de analistas financieros que observan con preocupación la dinámica de la relación dólar-peso, retroalimentada por la falta de claridad sobre lo que pasará después del 22 de octubre. De allí se desprende que noviembre también podría ser un mes de alarma.
Respecto de la suba general de precios, ya hay un atisbo en el habitual y muy mirado informe de la consultora LCG, fundada por Martín Lousteau, economista y senador por Juntos por el Cambio, que arrojó para la primera semana de octubre un alza de los precios de los alimentos y las bebidas del orden del 1,4%, casi triplicando el valor registrado en la última semana de septiembre.
De hecho, LCG consignó que se venía de un descenso generalizado de la inflación a lo largo del mes pasado tras el pico de agosto, que fue impulsado por la devaluación del peso el día después de las PASO que dejaron como ganador a Javier Milei.
Esa tendencia al descenso es la que se habría cortado en la primera semana de octubre. A nivel oficial, el llamativo índice semanal que emite la Secretaría de Política Económica, que dirige Gabriel Rubinstein, también observó la caída. “De acuerdo al relevamiento semanal que realiza esta Secretaría, en la semana que va del 25 de septiembre al 1 de octubre los precios a nivel minorista habrían subido un 1,3%”, señaló la dependencia del Palacio de Hacienda. “De esta forma, a pesar de seguir la inflación en niveles muy elevados, el proceso de desaceleración es significativo”, agregó.
Máxima velocidad
Tras la suba del 22,5 % en el valor del dólar oficial, llevada a cabo por Economía el 14 de agosto, se dio un proceso inédito: el pasaje del nuevo valor del dólar a precios fue inmediato. Ese “pass through”, como se lo conoce en la jerga financiera, siempre sucedió, pero solía tardar entre tres y seis meses en concretarse. Así se vio en las devaluaciones de febrero de 2014 y mayo de 2018.
Según un paper del banco de inversión estadounidense JP Morgan, el alto traslado a precios se debió a que la devaluación se ejecutó en un contexto de alta inflación, sin programa fiscal ni credibilidad de los funcionarios que la ejecutaron. Pero el dato más alarmante es la afirmación de que este comportamiento del sector empresario se repetirá ante cualquier nuevo movimiento del tipo de cambio.
Quizá en previsión de esa alternativa, Rubinstein salió ayer a desmentir una devaluación brusca -como la del 14 de agosto- de acá al final del mandato de Alberto Fernández. En una entrevista con Perfil, aseguró: “Nosotros no vamos a devaluar porque gane Milei, o lo que sea”. Agregó que se mantendrá el congelamiento del dólar a 350 pesos hasta el 15 de noviembre y después se aplicará el crawling peg, es decir, una devaluación mínima diaria que arrojará una pérdida de valor del peso respecto del dólar del 3% en elmes que queda hasta el cambio de gobierno.
Dólares financieros
Los medios hegemónicos agitan la bandera del peligro por el alza del dólar blue. Pero es el árbol que tapa el bosque. El problema es con los dólares financieros, los que se obtienen con la compra y venta tanto de bonos de deuda pública como de acciones de empresas de primera línea que cotizan en pesos y dólares.
De estos dólares financieros, el llamado “MEP”, que deja los billetes verdes en una cuenta en Argentina, pegó un salto del 20% en el último mes y del 13% en la última semana, lo que habla claramente de una aceleración de su valor. En cambio, el llamado “contado con liquidación” (CCL, por el cual los dólares quedan depositados en una cuenta en el exterior) amainó su despegue y en los últimos días se consolidó en torno de los $ 900.
En esta oportunidad, el «pass through» será por el traslado a los precios del mayor costo que tienen los empresarios para dolarizar sus carteras. Ya ni siquiera se trata de que las importaciones se pagan con dólares financieros porque esos compromisos se stán acumulando a niveles estratosféricos: actualmente, se estima que la deuda comercial por importaciones no pagadas asciende a unos U$S 40.000 millones. Las empresas no usan sus dólares para pagarla; simplemente esperan que el Banco Central se los provea. «
El debate por las Leliq
Las Letras de Liquidez, o Leliq, son unos títulos de deuda que emite el Banco Central. Los usa en su relación con los bancos, a los que les entrega el papel a cambio de dinero físico «excedente». Es decir, se usa para regular la cantidad de efectivo que da vueltas por la economía nacional.
El domingo pasado, durante el debate de los candidatos presidenciales, el tema estuvo en el candelero. En particular, fue mencionado por Javier Milei y Patricia Bullrich, en el sentido de que son una «bola de nieve» y un impulso a la inflación futura.
En respuesta, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, emitió un comunicado en elque señaló que son una «oportunidad», aunque reconociendo que se trata de un «desbalance» entre la «capacidad prestable del sistema bancario» (muy elevada) y la «demanda de crédito» (muy baja). Por ello, opinó que ese «ahorro de empresas y familias se canalice hacia la inversión productiva».
Los bancos tienen una mirada similar, aunque son los grandes beneficiarios de ese «desbalance