Especialistas de diferentes orígenes ideológicos coinciden en que el mercado, por sí mismo, no será capaz de reorganizar la producción y el consumo una vez que el virus sea controlado, y que el Estado deberá intervenir con fuerza.
Las primeras medidas que adoptó el gobierno frente a la pandemia crearon un dique de contención en los sectores que quedaron más expuestos a los efectos del parate que genera la cuarentena. La estrategia implicó el incremento del gasto equivalente a un 2,5% del PBI. La estrategia del gobierno implica una emisión monetaria récord.
Esta política patea hacia adelante la crisis a expensas de los compromisos de ajuste fiscal que las renegociaciones con el FMI y los acreedores planteaban, pero alimenta profundas contradicciones. La crisis dificulta la reestructuración de la deuda porque los fundamentos macroeconómicos son demsiado difusos.
Por otro lado, las políticas que tome el gobierno argentino estarán enmarcadas en el contexto latinoamericano y mundial. Hay que tomar en cuenta que para muchos analistas, la crisis llevará a una depresión como la de 1929. O peor.
Tiempo consultó a economistas que tributan en diferentes corrientes del pensamiento para arrimar un pronóstico del daño que provocará la pandemia en la economía local y cuáles serán las medidas más adecuadas para promover la recuperación una vez que la crisis sanitaria sea superada.
Agustín D’ Attellis, economista afín al gobierno, señaló que «desde el punto de vista sanitario, la recomendación sería extender la cuarentena pero la economía no tiene margen para mantenerla tal como está». Es que «hay sectores que empiezan a caer definitivamente y pasan los días y todos los sectores empiezan a ser esenciales».
Pablo Heller, economista del Frente de Izquierda, sin embargo, opinó que «esta crisis vino para quedarse. Se ha precipitado una economía que iba a una recesión hacia una depresión superior a la crisis del 2008. Estamos ante el fantasma de la crisis del ’29».
Sector externo y deuda
Desde la consultora Elypsis, Lucio Cardinale alertó: «Hay que olvidarse de una mejor posición para renegociar la deuda a partir del comercio exterior. No van a alimentar las reservas de divisas con Vaca Muerta o con la soja a China».
D’ Attellis, más optimista, aseguró que «por la reactivación se esperaba un aumento de las importaciones. Ahora va a ocurrir lo contrario. El resultado no va a ser tan malo porque, si bien caerán un poco las exportaciones no primarias, mucho más lo van a hacer las importaciones».
Para D’ Attellis, «una clave es cómo termine la reestructuración de la deuda que es un tema del que nadie habla. Salir de la crisis con la Argentina en default o con una reestructuración cerrada plantea dos escenarios completamente distintos». Con todo, señaló que «al final del camino, el despelote mundial puede ayudar a hacer pasar desapercibido el default».
Para el especialista de Elypsis, «el gobierno sabe que el costo del default es grande. El escenario ideal sería que se pueda renegociar durante la cuarentena, pero probablemente la propuesta que haga el gobierno no tenga éxito y tengan que ofrecer algo intermedio: un cupón capitalizado buscando un acuerdo de suspensión de la negociación».
Pablo Heller, en cambio, cuestionó que «el gobierno de Fernández siga pagando la deuda. Lo que se pagó en marzo alcanza para financiar un seguro al desocupado de $30 mil para la población que está indefensa».
D´Attelis, que destacó el acierto de las medidas sociales criticó «la laxitud del BCRA. Debió tomar medidas más drásticas. La línea de créditos a pymes al 24% es buena pero yo hubiera ido al 0%. Los bancos siguen frenando la entrega de dinero, no amplían los márgenes del descubierto y ponen en riesgo la cadena de pagos».
El día después
Para Heller «los países atrasados van a sufrir el impacto de lleno porque van a tener los mercados tradicionales golpeando las exportaciones, y dificultades para los insumos críticos. Se va a imponer una política agresiva con condiciones más leoninas en lo que hace a los recursos y el pago de la deuda, que puede tener su traducción en el campo militar, algo que ya se está viendo en Venezuela con la escalada de Trump».
D’ Attellis pronostica «un escenario de mayor intervención estatal. Quedó claro que la línea del Estado retirado y el libre mercado te lleva puesto». El economista bregó por «un Estado presente, con un BCRA muy firme, regulando mucho y direccionando el crédito. Un esquema de modelo de desarrollo de largo plazo con controles sobre los formadores de precios y un encauzamiento de la economía para generar empleo».
Heller sostuvo: «Habrá que determinar de dónde van a salir los recursos para proceder a una reconstrucción del país. No puede quedar a cargo de un Estado capitalista. La reorganización del país debe ser sobre nuevas bases sociales colocando en primer lugar las necesidades populares. Evitar la fuga de capitales y proceder a una centralización de todos los recursos empezando por la nacionalización de la banca y todos los sectores clave de la economía como el comercio exterior».
Cardinali destacó que «ya se está viendo un mayor intervencionismo estatal. La pregunta es cómo reactivar, pero antes hay que saber cuándo. El grado de intervencionismo dependerá de cuánto dure y con cuánto aire se llegue. No es la misma situación para la población y para las arcas del Estado si dura un mes o tres».
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Emisión y tipo de cambio
Uno de los aspectos clave de la situación está asociada con las medidas de emergencia que adoptó el gobierno haciendo caso omiso a la situación fiscal y, claro, a los compromisos de austeridad asumidos con el FMI.
Lucio Cardinale, economista de Elypsis, destacó que «esta pandemia dejó en segundo plano el problema fiscal. Todos los objetivos quedaron fuera de foco. La emisión no va a tener efecto inmediato en los precios y en la brecha cambiaria porque la economía está suspendida y la velocidad de las transacciones es bajísima. Cuando eso se solucione, sí va a generar una presión en los precios».
Pablo Heller, economista del Frente de Izquierda, señaló que «la emisión no es gratuita. El gobierno ya viene emitiendo en forma descontrolada para pagar la deuda y ahora se agregan los mecanismos de subsidios que se fueron estableciendo». Para Heller, «la consecuencia va a ser un aumento inflacionario que batirá records».
En la misma línea, D’ Attellis aseguró que «el cuadro recesivo hace que, si uno controla a los formadores de precios concentrados, la emisión no se traslade directamente a precios. Si la actividad empieza a recuperarse, hay que reaccionar para acomodar y contraer la cantidad de dinero». Es que, aseguró, «con la emisión que se llevó adelante se amplió un 25% la base monetaria». Además, explicó, «va a haber una caída en la recaudación y un aumento del gasto de 2,5 puntos del PBI con un nivel de emisión descontrolado y un déficit fiscal destrozado. Se va a disparar la brecha cambiaria».