Las pequeñas y medianas empresas son uno de los sectores que más está sufriendo la crisis. Así lo ratifica el relevamiento de CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) correspondiente a diciembre de 2018. Según ese estudio, dos de cada tres industrias pyme trabajaron a pérdida durante ese período.
El dato sobresale entre otros indicadores bastante malos del sector. Por ejemplo, que la producción cerró el año con un descenso global de 2,5%, después de que la caída en diciembre alcanzara el 5,9% con relación a la misma época de 2017. El declive comenzó en mayo y se profundizó a partir de la mitad del año: en el primer semestre la actividad había subido 1,2%, pero en el segundo se desplomó 6,1%.
Para poder sobrevivir a ese panorama, la mayoría de los empresarios pyme tuvo que sacrificar ganancias: sólo el 34% trabajó con rentabilidad positiva en diciembre. El resto apenas cubrió los gastos o bien perdió dinero. La proporción de industrias en crecimiento bajó a 39,3%. La proporción es similar a la de las empresas que tienen planes de inversión previstos o en evaluación: sólo cuatro de cada diez, lo que significa que el resto no crecerá o bien se achicará durante 2019.
El informe, realizado tras una encuesta que se reitera mensualmente entre 300 industrias pyme de todo el país, señala que “sigue siendo muy delicada la situación del empresario, ya que liquida stocks para obtener liquidez y cubrir compromisos financieros, pero desequilibrando su ecuación financiera. La cadena de pagos sigue alargándose y se continúan acumulando cheques que en muchos casos se deben cambiar con tasas de descuentos altísimas para cubrir operatorias diarias”,
Las bajas más acentuadas se produjeron en los rubros de calzado y marroquinería (-20%), productos de madera y muebles (-13,7%) y productos minerales no metálicos (-10,1%). El uso de la capacidad instalada subió levemente hasta 58,7%, pero sigue por debajo incluso del de la media de la industria estimado por el Indec.
“Las perspectivas hacia adelante no terminan de consolidarse y prevalece la incertidumbre. Sólo 22,9 % espera que la producción aumente en los próximos seis meses, mientras que el 19,6 % cree que continuará cayendo y el 41 % que se mantendrá sin cambios, en los niveles actuales. El resto no observa una tendencia definida en el rumbo de la demanda”, concluye el texto.