El dólar trepó en sólo una semana 54 centavos y cerró el viernes a $ 19,85. En algunas entidades privadas llegó a operarse en $ 20. Se trata de una devaluación del 2,8% con relación con el cierre de la semana anterior.
Desde el 1 de diciembre la apreciación de la divisa estadounidense acumula un 13 por ciento.
A la hora de establecer las responsabilidades los analistas las atribuyen a la reacción de los inversores frente a la baja de las tasas de interés de política monetaria que anunció el BCRA.
El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne en Davos declaró que había que «acostumbrarse» a las fluctuaciones del tipo de cambio y que «son absolutamente naturales».
Presentada de esa forma, la devaluación que compromete inexorablemente la meta de inflación del 15% que anunció el gobierno sería resultado de un proceso ajeno a su voluntad y cuya corrección estaría fuera de su alcance.
Sin embargo, la decisión de bajar las tasas 75 puntos básicos (y sugerirlo públicamente un día antes de hacerlo) vino del propio presidente del BCRA.
Pero además, a pesar de que la cotización de la divisa durante la semana superó los $ 19,3 pautados como promedio para todo el año en el Presupuesto, la entidad optó por no intervenir en el mercado de cambios para contener la escalada. Esa actitud contrasta con la adoptada la semana previa a las PASO de agosto de 2017 cuando, ante una fuerte suba del dólar con posible impacto electoral, el BCRA decidió vender más de U$S 1500 millones en ocho días con el propósito de contener esa suba. Durante la última semana el BCRA dejó correr y no vendió ni un dólar.
Lo cierto es que, con fecha del 18 de diciembre el 29 de ese mes, el Fondo Monetario Internacional publicó su informe sobre la Argentina relativo al artículo IV. Allí el FMI indicó taxativamente que la economía local estaría sufriendo, el 18 de diciembre, un atraso cambiario de hasta un 25% resultante de la inflación y el ingreso de divisas por deuda externa. De ese modo el organismo sugirió que la divisa debe ubicarse en alrededor de los 22,50 pesos.
Días después se produjo el primer salto en el valor de la divisa que se repitió esta semana justo cuando el presidente Mauricio Macri y su equipo económico participaron del Foro de Davos y visitaron Rusia y Francia en búsqueda de inversiones.
La devaluación del peso, claro, implica una reducción de los costos laborales medidos en dólares con la que el gobierno aspira a seducir a los potenciales inversores que, más allá del discurso oficial, se muestran cada vez más reticentes. De hecho, según datos del BCRA, en 2017, la Inversión Extranjera Directa (productiva) retrocedió un 6% en relación con 2016 .
Pero el FMI es consciente del efecto inflacionario de esa política devaluacionista que incluso podría ver anulados sus efectos si se trasladara a los salarios.
Por eso, en el informe sobre América Latina presentado ante el Foro explícitamente pregona para la Argentina «una moderación salarial» como condición para que la inflación «siga retrocediendo».
Nicolás Dujovne recogió el guante y en el mismo Foro de Davos ratificó que la intención del gobierno es eliminar las claúsulas gatillo de los acuerdos salariales para evitar la «indexación de la economía».
Todo un guión redactado en Washington. «
Exportaciones insensibles al tipo de cambio
El Presupuesto 2018 votado a fines de diciembre de 2017 estipulaba un déficit comercial para ese año de 4,5 mil millones de dólares. Los datos del Intercambio Comercial Argentino (ICA) del Indec publicados esta semana dieron como resultado un saldo negativo del comercio de U$S 8471, casi el doble de lo pautado por la ley de leyes.
Más allá del impacto que el incremento de las importaciones de un 19,7% generó sobre ese saldo, lo cierto es que el déficit se explica, en gran parte, por el comportamiento de las exportaciones que, a pesar de una devaluación acumulada anual del 17% se incrementaron apenas un 0,9% con un retroceso del 5,6% en los productos primarios. Esto a pesar de los beneficios adicionales que obtuvo ese segmento de la economía por quita o reducción de retenciones.
Desde la salida del cepo cambiario a fines de 2015, el dólar se devaluó un 94% pasando de $ 9,76 hasta $ 18,95 a fines de diciembre de 2017. Esa depreciación de la moneda que, según lo que dictan los manuales, debió impactar en las ventas al exterior, sin embargo, se tradujo en un aumento de 1,7% entre 2015 y 2016 y de 0,9% en 2017.
La devaluación en curso reducirá los costos laborales sin que necesariamente se estimulen las exportaciones.