Durante los últimos 12 meses, el Fondo Monetario Internacional envió a la Argentina U$S 39.094 millones. En forma paralela, otros organismos internacionales prestaron U$S 9130 millones y el Banco de la República Popular de China aportó U$S 8700 millones a través de un intercambio de divisas. Todos esos montos ingresaron al Banco Central (BCRA). Sin embargo, al cabo de ese período, las reservas internacionales de esa entidad sólo crecieron U$S 14.681 millones, cifra que representa un cuarto de los montos girados. El resto se perdió por una ancha canaleta que incluye pagos de deuda, ventas fallidas para frenar el precio del dólar, salida de inversores extranjeros y la imparable fuga de capitales del sistema financiero.
El cálculo fue realizado por Tiempo sobre la base de los balances cambiarios mensuales que publicó el Central, correspondientes al período entre junio de 2018 y mayo último. Su resultado ilustra los destinos dados a los desembolsos hechos por el Fondo en el marco del acuerdo stand by que el 20 de junio cumplió su primer aniversario. De los casi U$S 57 mil millones anunciados, la entidad ya giró casi el 70 por ciento. Por cierto, sus servicios no son gratuitos. Si bien la devolución del capital será paulatina a partir de 2021, la entidad cobró intereses por U$S 669 millones entre agosto y mayo.
El gobierno recurrió al Fondo tras comprobar que los mercados, temerosos de que la desenfrenada emisión de títulos y bonos soberanos terminara en un nuevo default, exigían tasas carísimas para seguir comprándolos. En ese sentido, las autoridades sólo pudieron colocar deuda nueva por U$S 3095 millones entre diciembre y mayo, mientras que apelaron a la continua refinanciación de Letras del Tesoro (Letes) para pilotear el día a día. Esta sustitución de prestamistas reconfigura el panorama: de acá a dos años, cerca del 20% de las acreencias del país pertenecerán al Fondo.
Otros dos ítems demuestran la desconfianza de los mercados. Los inversores extranjeros se deshicieron de valores locales por U$S 6920 millones. A la vez, la salida de capitales del sistema financiero por parte del sector privado, conocida como Formación de Activos Externos, alcanzó los U$S 23.160 millones. Parte de esa fuga la facilitó el mismo BCRA, que vendió de contado U$S 10.061 millones para intentar frenar al dólar sin éxito.
Tres ciudades
Los números son ilustrativos de la situación, en medio de una partida que se juega a tres bandas entre Osaka, Washington y Buenos Aires. En la ciudad japonesa donde se desarrolla la cumbre de jefes de Estado del G-20, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se reunió con Mauricio Macri y ratificó su respaldo al presidente bajo cuyo mandato se girará el 88% de los fondos prometidos. «Le reiteré el apoyo del FMI al programa económico de Argentina, que está comenzando a dar resultados y debería sentar las bases para un crecimiento sostenible», dijo Lagarde.
En cambio, no la pasó bien Alejandro Werner en su periplo por Buenos Aires. El director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, nacido en Argentina pero nacionalizado mexicano, escuchó de boca de dos precandidatos presidenciales que, en caso de llegar al poder, revisarán el acuerdo, que recarga en U$S 46 mil millones los vencimientos a devolver en el trienio 2021-2023. «Le dijimos a la misión del FMI que el gobierno de Consenso Federal renegociará los plazos del stand-by porque, así como están, ahogan por muchos años la esperanza de crecimiento de los argentinos. Ellos y el gobierno lo saben», dijo Roberto Lavagna. Por su parte, Alberto Fernández, que encabeza la fórmula del Frente de Todos que lidera los sondeos, le recordó explícitamente a Werner que el Fondo está quebrantando sus propias reglas, que establecen que «ningún país miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital».
Esas repercusiones deben haber llegado a Washington, donde el directorio del FMI se demora en aprobar el giro de otra cuota por U$S 5400 millones. En ocasiones anteriores, Roberto Cardarelli, el economista italiano que sigue el caso argentino, disimuló con consideraciones políticas (tales como negociaciones legislativas o la intangible «confianza de los mercados») varias de las inconsistencias macroeconómicas del plan en marcha. ¿Cómo tomará ahora las advertencias de los precandidatos que en las encuestas suman, voto más o menos, la mitad de las adhesiones para las próximas elecciones presidenciales? En unos días se sabrá. «