El año recién hizo su presentación en sociedad pero ya trae una factura bajo el brazo por 58.720 millones de dólares. Es la suma de los vencimientos de deuda pública que debe afrontar el Estado nacional, tanto en concepto de capital como de intereses, a lo largo de 2019. No se trata de un hecho aislado, sino del inicio de una cadena que requerirá la cancelación de compromisos por al menos U$S 197 mil millones en apenas un lustro.
El número desvela al gobierno, que lo utiliza como caballito de batalla para justificar un ajuste que ya puso en marcha con el pedido de auxilio al Fondo Monetario Internacional y la promesa de eliminar el déficit fiscal durante el presente ejercicio. Y también preocupa a la oposición, que está calculando el tamaño de la mochila que heredará durante el próximo turno presidencial si logra su propósito de desbancar del poder a Cambiemos en las elecciones de octubre.
El peso de las obligaciones se potencia con el achicamiento de la actividad en los últimos meses, a partir de la brusca devaluación y la posterior recesión. En ese sentido, el informe trimestral de la Secretaría de Finanzas estimó que la deuda pública a fines de septiembre era de U$S 307.656 millones y alcanzaba el 95,4% del PBI; dicho en otras palabras, equivale a casi un año de producción de toda la economía nacional. El volumen no era tan grande desde 2004, antes de que el kirchnerismo hiciera su primer canje de los bonos defaulteados tras el estallido de la Convertibilidad.
La relación entre deuda y PBI es considerada por los analistas como la más apropiada para evaluar su magnitud relativa y las posibilidades de repago de esos créditos. En este caso puntual, la validez del indicador se vio afectada por la volatilidad de la situación, ya que el corte del estudio oficial coincide con el momento de cotización más alta del dólar, lo que abarataba la valuación de la producción local. Por contrapartida, en ese total no fueron incluidos los títulos emitidos con posterioridad al 30 de septiembre ni tampoco los U$S 13.200 millones que giró el FMI en dos tandas. Por eso, algunos centros privados, como la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo), cree que hacia fin de diciembre la relación puede haber crecido hasta 105,5 por ciento.
La cuestión no deja demasiado tiempo para hacer planes. Ya en enero Hacienda deberá responder por dos títulos que emitió en reemplazo de las extinguidas Lebac del Banco Central: entre el 11 y 25 de enero vencen Letes por U$S 2011 millones, y el último día del mes hay que devolver $ 42.700 millones (más sus intereses) por las Lecap en pesos. Según el informe de Finanzas, los vencimientos de capital a lo largo del año totalizan U$S 44.866 millones, mientras que los intereses suman U$S 13.854 millones. El 75% de esa suma corresponde a letras y títulos públicos, y el resto se divide en partes casi iguales entre préstamos de organismos oficiales y adelantos transitorios del BCRA.
Para hacer frente a la exigencia, en el gobierno apuestan a que los acreedores acepten refinanciar el 60% de esos títulos. Con ese porcentaje de «rollover», como lo llaman en la jerga, más los U$S 22.600 millones que el Fondo se comprometió a aportar en cuatro cuotas (siempre y cuando se cumpla la meta de déficit cero y haya avances en las reformas laboral y previsional comprometidas), quedarían despejados los riesgos de una eventual cesación de pagos durante el último año de mandato de Mauricio Macri.
Un combo pesado
Esa combinación entre deuda exorbitante, vencimientos concentrados en muy poco tiempo y menores recursos para pagar es la que despierta dudas en los inversores sobre las posibilidades del país de hacer frente a sus compromisos en el mediano plazo. Para ello, tienen en cuenta que la ayuda del Fondo Monetario se irá diluyendo en el tiempo: desde diciembre las cuotas del préstamo se reducirán a U$S 970 millones trimestrales y finalizarán a mediados de 2021. El tema preocupa incluso a economistas contemplativos con el gobierno, que aceptan el ajuste propuesto por las autoridades y justifican la cantidad de préstamos tomados en el exterior en los últimos años, pero a la vez admiten que el panorama es delicado.
«Antes de tocarle el timbre al FMI, Argentina tenía un déficit de 6 puntos del PBI. Esto pone en evidencia no sólo el despilfarro del kirchnerismo, sino también el fracaso del gradualismo. En lugar de hacer un ajuste más brusco, el gobierno tomó deuda por más de 80 mil millones de dólares en dos años y terminó por agotar su capacidad de endeudamiento», explicó Ramiro Castiñeira, economista jefe de la consultora Econométrica. «Argentina está arrinconada. Acomoda las cuentas públicas o se verá con el proceso inflacionario que desata un déficit fiscal de esta magnitud sin financiamiento. Está entre la espada y la pared», agregó.
«En general, los países desarrollados están en ese rango de deuda. El tema es que Argentina no es un país desarrollado, no cuenta con un sistema bancario con tamaño para autofinanciarse, como lo tienen Estados Unidos o Brasil, por ejemplo. Esto hace que estemos muy dependientes de los mercados internacionales», opinó Fausto Spotorno, de la consultora Orlando J. Ferreres y Asociados. «No va a haber tanto problema en 2019 porque el gobierno está financiado con el FMI. La incertidumbre surge con respecto a 2020. La cuestión es si el mercado va a estar abierto nuevamente para absorber deuda argentina», se preguntó.
Para otros analistas, la responsabilidad del actual gobierno en la velocidad con que creció la deuda es mucho más marcada. «La velocidad de endeudamiento de Argentina en 2018 alcanzó niveles nunca antes vistos, lo que a su vez genera serias dudas sobre su sustentabilidad temporal», señaló la consultora Ficonomics, que estimó que durante el año el Tesoro tomó deuda bruta por U$S 97 mil millones. «Parece preocupante no solamente el nivel de emisión de deuda, sino también la multiplicación de instrumentos, la mayoría de los cuales son de corto plazo, agregando otro ítem de preocupación inmediata por futuras necesidades de caja para cancelar los instrumentos generados», dice el estudio.
Cómo sigue
En UMET no sólo entienden que esa acumulación de vencimientos es (des)mérito exclusivo de la gestión de Cambiemos, sino que son pesimistas sobre lo que vendrá. Es una manera de desmentir la versión presidencial de que el problema se originó por una tormenta externa que complicó las cosas.
«Las posibilidades de que el próximo gobierno pueda conseguir el financiamiento externo necesario para ‘rollovear’ todos los vencimientos de deuda en moneda extranjera resultan muy bajas si la situación macro-financiera del país no mejora, el stock de deuda sobre el PBI resulta tan elevado y no logra reducirse el nivel del riesgo país argentino, en un contexto financiero internacional crecientemente hostil», advirtió la universidad en su habitual informe de la deuda.
La inquietud es pertinente porque el frente financiero seguirá apretando en los próximos años. Entre 2020 y 2023 las sumas a devolver oscilarán entre U$S 30.600 millones y U$S 38.200 millones por año. considerando tanto los capitales como los intereses a pagar. A esos valores habrá que agregar la amortización del préstamo con el FMI, que arrancará en 2021 y se extenderá por cinco años hasta devolver los U$S 56.300 millones pactados. En resumidas cuentas, cada año habrá que responder por algo así como el 10% del PBI, lo que presagia más tiempos difíciles para la economía argentina. «
Preocupa el riesgo país
El exagerado nivel del riesgo país (estuvo varios días por encima de los 800 puntos, aunque en la última semana bajó a 730) sigue preocupando a los mercados. El indicador recoge el efecto de la baja de los bonos argentinos en los mercados internacionales, sobre todo los de largo plazo, que vencen a partir de 2020.
Algunos analistas explican el fenómeno por un supuesto temor de que Cambiemos pierda las elecciones presidenciales de octubre y que un eventual regreso del kirchnerismo ponga restricciones a los mercados. Un economista afín al gobierno, como Carlos Melconian (expresidente del Banco Nación y de fluido diálogo con Mauricio Macri) relativizó esa mirada. «Quien quiera llevarlo a la cuestión internacional, lo puede hacer. Quien quiera llevarlo al terreno político, sobre si hay algún candidato que puede llevar a la incertidumbre, también puede hacerlo. Ninguna de esas cuestiones es el principal justificativo de lo que está pasando. Para mí, la justificación es por la economía», dijo Melconian en una entrevista a Radio Mitre.
En tanto, Marina dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go, entiende que el respaldo del Fondo Monetario despeja cualquier incertidumbre: «Hay un riesgo país que crece, pero en última instancia un prestamista como el FMI te aleja del default».
Nuevas Letes en dólares
La toma de nueva deuda para pagar la anterior no para. El Ministerio de Hacienda licitará entre mañana y el martes Letras del Tesoro (Letes) en dólares a 217 días. El vencimiento será el 16 de agosto.
La tasa de interés será del 4,75% anual. Hay que tener en cuenta que si bien esta tasa puede parecer baja, para un inversor argentino representa una cobertura ante posibles devaluaciones. Además, la tasa de interés promedio de Estados Unidos no supera el 3 por ciento.
La de mañana será la primera licitación del año y tiene por novedad que la suscripción sólo podrá realizarse en dólares. Hasta ahora se podían obtener Letes en dólares empleando pesos. En diciembre, el Palacio de Hacienda cambió esa disposición. Por ello, esta operación estará en la mira de inversores y analistas.