Los continuos gestos del gobierno para otorgar beneficios a sectores empresarios y seducir a inversores no terminan de dar resultados positivos en materia de llegada de capitales. En realidad, hasta ahora ocurrió todo lo contrario: según los informes oficiales, en un año y dos meses a contar desde el desmantelamiento del cepo cambiario se fugaron del circuito económico 14.346 millones de dólares. La cifra ronda el 2,4 % del PBI.
Los números sobre la fuga de capitales surgen del balance cambiario que confecciona mensualmente el Banco Central. En el más reciente se consigna que en febrero la formación de activos externos de libre disponibilidad alcanzó los 1.865 millones de dólares. Bajo ese rubro se engloban los activos del sector privado que están colocados en el extranjero en depósitos o inversiones, tanto físicas como financieras, o que permanecen fuera del circuito económico. La mayor parte de esa suma (U$S 1.727 millones) fue el saldo de operaciones de personas físicas y jurídicas en el Mercado Unico y Libre de Cambios: se compraron billetes por U$S 2.335 millones y se vendieron U$S 608 millones; los U$S 138 millones restantes se explican por la transferencia de divisas al exterior.Tamaña demanda de moneda extranjeraprovocó que el déficit de la cuenta capital y financiera del sector privado no financiero (SPNF) alcanzara los U$S 874 millones. Las inversiones del exterior, que fueron las más altas de los últimos meses(U$S 588 millones sumando las financieras y las directas), no alcanzaron a paliar el desequilibrio de esa cuenta.
Con todo, la cifra global fue levemente inferior a los U$S 1.945 millones que se habían fugado en enero y que resultó la marca más alta desde julio (hasta ahí el BCRA sólo había dado informes trimestrales). El único mes en que hubo ingreso neto de capitales fue diciembre, con U$S 2.015 millones, debido a la cantidad de contribuyentes que se anotaron en el blanqueo. El acumulado de 2016 fue de U$S 10.536 millones, cerca de la mitad del déficit fiscal de todo el año (alrededor de U$S 22.700 millones, según informó el Ministerio de Hacienda).La suma del primer bimestre de 2017 ya llega a U$S 3.810 millones.
El fenómeno conocido como fuga de capitales no es necesariamente fruto de operatorias ilegales; sin embargo, en términos económicos, significa una severa restricción a la formación de capital y al desarrollo, según lo caracterizaron los economistas Eduardo Basualdo y Matías Kulfas en un informe del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales que resulta una referencia teórica en el tema.También brinda una señal de desconfianza en las posibilidades de que ese capital rinda beneficios en el país o bien se utiliza como una manera de eludir los impuestos que habría que pagar si ese dinero estuviera blanqueado y declarado.
En los últimos meses, el gobierno trató de reemplazar esos fondos con endeudamiento externo: en enero, apenas designado como ministro de Finanzas, Luis Caputo colocó bonos y tomó préstamos de bancos internacionales por U$S 13 mil millones con tasas variables que se terminarán de saldar recién en 2027.
Los dólares del blanqueo se están yendo con la fuga de capitales. Se está tomando deuda no para invertir sino para viabilizar la fuga de divisas, señaló hace pocas semanas la ex titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. En la misma línea se expresa un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que recuerda que el incremento de las reservas del Banco Central gracias al ingreso de los préstamos tomados por el gobierno no redunda en beneficios claros porque la entidad no opera de manera directa en el mercado cambiario. De ahí que el informe del CEPA deduce que el único fin del endeudamiento es el financiamiento artificial de la fuga de capitales.