No quedan dudas de que uno de los principales escollos que tiene nuestra economía es la restricción externa, un fenómeno que este año se ha agravado producto de la sequía, a la que se sumaron los efectos de la guerra en Ucrania y los condicionamientos de la deuda con el FMI. A pesar de ello, las variables monetarias y financieras continuaron con su evolución positiva, más allá de ciertos análisis intencionados que apuntan a generar volatilidad e incertidumbre.
Comencemos con los mitos. Respecto de la emisión, el indicador más utilizado es la base monetaria, que a diferencia de lo que se intentó instalar desde la ortodoxia, sigue evidenciando un comportamiento controlado. En julio, según estimó el Banco Central, se registró una disminución mensual de 1,1%, acumulando en los últimos doce meses una caída del 31,5% (quitando del cálculo el efecto de la inflación y los factores estacionales). La base monetaria permanece en torno al 3,7% del PBI, el nivel más bajo desde la salida de la convertibilidad.
Es importante tener estos números en cuenta, especialmente cuando uno de los argumentos más habituales del monetarismo pasa por señalar que la emisión es el principal factor inflacionario, tesis refutada por los datos recién expuestos. De hecho, no me canso de señalar que la locomotora inflacionaria es principalmente la puja distributiva, junto con la incertidumbre y la especulación.
Es la prédica monetarista la que también pide por un banco central independiente (del gobierno de turno), al que no le tiemble el pulso a la hora de enfriar la economía para reducir la inflación, sin importar las consecuencias sociales de sus políticas.
Resultan muy útiles las palabras del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que se quejó por el comportamiento del banco central de ese país, cuyo presidente (con cargo inamovible hasta 2024) fuera designado por Jair Bolsonaro. Lula señaló que, a pesar de la desaceleración de la inflación, Brasil tiene la “tasa de interés real más alta del mundo”. Acto seguido reflexionó: “este muchacho que está en el Central no entiende de pueblo y no entiende de Brasil. A quién está sirviendo, no lo sé. A los intereses de Brasil no (…)”.
Volviendo a la Argentina, y siguiendo el “manual ortodoxo”, se plantea que el déficit fiscal es el principal generador de inflación pues hay que recurrir a la emisión monetaria (algo que no ha sucedido) para financiar ese déficit. Y si bien se ha acudido a los adelantos transitorios del BCRA al gobierno, es una herramienta válida que en los últimos años ha sido utilizada al mínimo, debido al exitoso manejo que se ha venido logrando de la deuda en pesos.
En efecto, las colocaciones de deuda en moneda nacional superaron a los vencimientos en 2020 en un 19,2%, en 2021 en un 21,5% y en 2022 en un 44,0%. Esta política continúa en el año en curso, con colocaciones en los primeros siete meses del año que son 33% superiores a los vencimientos.
Esta semana se realizó la última licitación previa a las PASO, en la que la totalidad de las operaciones se colocó con fecha posterior al 31 de octubre. Se obtuvieron fondos netos por $96.514 millones, al registrarse colocaciones que superaron a los vencimientos en un 113%. A su vez, en las sucesivas licitaciones y canjes se buscó extender el plazo de los títulos para alargar el perfil de vencimientos hacia 2024-2025. Son políticas que, además de financiar al gobierno, ayudan a fortalecer el mercado de deuda en moneda nacional.
Otro de los argumentos que están dentro del baúl de las posverdades es el término “bomba de la deuda” que se intentó instalar con fuerza desde mediados del año pasado.
Desde un enfoque estructural o de mediano plazo, un primer dato a considerar es que a fines de 2015 la deuda pública total (en dólares y en pesos) llegaba al 53% del PBI, guarismo que saltó al 90% en diciembre de 2019. A su vez, en estos años la deuda fue bajando hasta el 86% del PBI en marzo de 2023, un quiebre de tendencia que apunta a la sostenibilidad. En cuanto a la proporción de deuda en dólares, durante este gobierno alcanzó el 66,9% del total en marzo pasado, por debajo del 77,8% de fines de 2019. Es un dato importante, dado que es preferible la deuda en pesos, porque es más manejable y sujeta a menores riesgos. Es un enfoque en el que no se reparó en otros tiempos y que contribuyó a agravar la problemática de la restricción externa.
Día del Empresario Nacional
El próximo miércoles 16 de agosto se conmemorará el Día del Empresario Nacional, producto de la Ley 27.108 que aprobó el Parlamento en el año 2014, cuyo proyecto tuve el orgullo de presentar.
Es un homenaje al empresario y la empresaria nacional a través de la valoración de la Confederación General Económica (CGE) que se fundó el 16 de agosto de 1953, y que con el paso del tiempo, hasta que la dictadura cívico militar de 1976 le quitó su personería jurídica, llegó a transformarse en una organización empresarial de gran densidad histórica. Es también un homenaje al liderazgo de José Ber Gelbard, quien la fundó y la presidió durante todo ese tiempo.
La CGE fue portavoz de gran parte del empresariado del país pues reunía a la totalidad de las provincias a través de una fuerte estructura federal. A lo largo de esa trayectoria, que incluyó momentos muy difíciles, la CGE dio siempre ejemplo de objetividad y acierto en la orientación de las políticas económicas y sociales que convenían a la Argentina. Aportando sus análisis y reflexiones y contrastando sus propuestas con la realidad más cruda de cada situación del empresariado MiPyME.
En los fundamentos de la Ley se destaca que la CGE “procuró siempre controlar la extranjerización de la economía argentina y desarrollar más el mercado de producción y consumos nacionales; e impulsó como ideas básicas un país productivo, un mercado interno pujante, un compre nacional para los productos y el desarrollo de industrias estratégicas entre otras”. Ideas que mantienen toda su vigencia a pesar del paso del tiempo.
Es importante revalorizar todos estos conceptos, más aún teniendo en cuenta los efectos negativos de las políticas de los distintos gobiernos neoliberales, al fomentar una economía especulativa de “libre mercado”.
Hoy el empresariado nacional, integrado en su mayoría por las MiPyMEs, conforma varias organizaciones que expresan la lucha del sector. Un sector integrado por alrededor de 1.500.000 industriales, comerciantes, prestatarios de servicios y productores agrarios, entre otros. Que aporta alrededor del 45% del PBI y constituye la principal fuente de trabajo, generando cerca del 70% del empleo total.
El/la Empresario/a Nacional (en especial el MiPyME) aporta y ha aportado siempre al desarrollo de su país. Es quien prefiere producir en nuestro país; quien sufre las políticas económicas erradas y crece con las acertadas; quien junto con sus trabajadores vive el día a día, en su comercio, industria o explotación agrícola. Es quien arriesga su capital para producir; quien desde cada región del país se convierte en un invalorable instrumento para la distribución del ingreso y la equidad social. Un saludo y un gran reconocimiento a la labor de las empresarias y los empresarios nacionales ante la proximidad de su día.