Las exportaciones de granos y la brutal recesión permitieron que septiembre finalizara con el superávit comercial más abultado de los últimos tres años y medio. El Indec informó que el saldo favorable de ese mes fue de 1.744 millones de dólares, cifra inédita durante el ciclo macrista.
Con este número, la balanza ya lleva 13 meses consecutivos con superávit, a partir de septiembre del año pasado, cuando a la vez se rompió una marca de 20 meses seguidos con saldo en rojo. Más allá de la estructura productiva y comercial del país, la explicación casi excluyente es la brusca devaluación, que tornó más competitivos los productos argentinos en el exterior, y la consecuente caída de la actividad económica, que deprimió los niveles de consumo e inversión domésticos.
Según la explicación del Indec, las exportaciones de septiembre subieron a U$S 5.746 millones, un 14,1% más que el mismo mes del año pasado. La nota la dieron las ventas de productos primarios, que subieron 70,9% en relación a aquel período impulsadas por los mayores embarques de poroto de soja y de granos de maíz. La gran diferencia se debió a la muy superior cosecha en comparación con la de 2018, afectada por la sequía. Los otros rubros tuvieron alzas raquíticas a pesar de la ventaja que otorgó la suba del tipo de cambio: las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario (MOA) sólo subieron 4,8% y las de origen industrial (MOI) un 5,9%. En tanto, los envíos de combustible y energía al exterior cayeron 32,2%.
Por su parte, las importaciones apenas sumaron U$S 4.002 millones, con una disminución interanual de 14,9%, producto de la retracción de la demanda local. Se destacó la baja de 33,6% en combustibles y lubricantes, la de 18,6% en bienes de capital y la de 17,4% en bienes de consumo.
En el acumulado de los primeros nueve meses del año, el superávit comercial ya es de U$S 9.497 millones. Ese saldo sólo se puede comparar en la última década con el obtenido en 2012, cuando a esta altura del año el saldo era favorable en U$S 9.629 millones. Pero la diferencia es que en aquella ocasión, los volúmenes tanto de ventas como de importaciones eran en promedio un 25% superiores a los actuales, lo que implica que en términos relativos la apertura de la economía al comercio internacional es mucho menor.