Las centrales sindicales realizaron ayer un acto de fuerza que tendrá un fuerte impacto político. Encabezados por el camionero Hugo Moyano, las tres CGT y las dos CTA dieron un firme paso adelante en el proceso de su propia unificación y en el del peronismo, con vistas a posicionarlo como el eje vertebrador de la oposición política al gobierno nacional.
En ese sentido, primaron en el escenario la puesta en escena y estética peronistas a pesar de los remilgos de Pablo Micheli.
Desde el punto de vista estrictamente sindical, la posición que marcó el rumbo que adoptará el sindicalismo fue la expresada por Moyano.
El camionero apuntó que el acto «no es contra Macri», primera definición que se asentó en la forma difusa que tuvo la convocatoria, que pasó paulatinamente de una ceremonia por el Día de trabajador a una jornada para protestar contra los despidos y los tarifazos. Como si en ellos no tuviera responsabilidad el gobierno nacional.
La otra definición de Moyano fue que condicionó cualquier otra acción sindical, esta vez sí de protesta, al posible veto del Poder Ejecutivo al proyecto de ley de emergencia laboral que ya tiene media sanción del Senado y que empezará a ser discutida esta semana en Diputados.
Es decir, los 127 mil despidos que informó Tiempo el domingo pasado y las suspensiones que afloran en los sindicatos industriales no tendrán reparo, no serán recuperados. El proyecto en cuestión no tiene retroactividad con lo que las empresas podrían verse incentivadas a despedir antes de que entre en vigencia la norma, al margen de la voluntad del presidente Mauricio Macri de vetar el proyecto.