En apenas siete años la participación de los salarios en el valor agregado bruto de la economía sufrió un retroceso de 6,9 puntos porcentuales pasando de representar, en el promedio del primer semestre de 2016, un 51,3% a un 44,4% en el primer semestre de este año.
Es lo que se desprende del informe de Cuenta de Generación de Ingresos del segundo trimestre de este año que publicó el INDEC. Del otro lado, el excedente de explotación bruto, equiparable a las ganancias empresarias, escaló 5,3 puntos porcentuales en el promedio del semestre. Desde un 39,7% del valor agregado bruto hasta un 45 por ciento.
El fenómeno regresivo en lo que hace a la distribución funcional del ingreso se produjo especialmente durante el período que va desde 2016 a 2019, cuando los trabajadores perdieron 4,8 puntos porcentuales, equivalentes al 70% del retroceso total. Sin embargo, desde 2020 a esta parte, la situación se agravó con una caída adicional de 2,1 puntos porcentuales.
El retroceso en la participación de los trabajadores en el producto se verifica tanto en años de crecimiento económico como en los que la actividad ingresó en una fase recesiva.
De hecho, según el estudio realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) basado en esos informes oficiales, el fenómeno se tradujo en un marcado incremento de la brecha entre la productividad laboral y el salario real de los trabajadores que, en el período de 2016 a 2022, acumula un 15%. El estudio del CEPA destaca que en el período que va de 2019 a 2022 la productividad laboral se incrementó un 14% mientras las remuneraciones crecieron un 2% (por el incremento de puestos de trabajo y no de los salarios en términos reales).
Por eso, dice el CEPA, “el 83% de la mejora en la productividad laboral de los últimos tres años se lo quedaron las empresas”.
Si bien la productividad media de la economía se encuentra por debajo de 2016, en sectores clave como la industria y la agricultura ocurre lo contrario. En esta última los salarios reales se encuentran 12,3 puntos por debajo del primer semestre de 2016 cuando la productividad por puesto de trabajo supera en 0,4 puntos la situación inicial.
En la industria la situación es más contundente. La productividad por puesto laboral escaló un 7% en siete años mientras los salarios cayeron un 25% en términos reales. La transferencia entre clases en el sector equivale a 1,6 billones de pesos anuales.
Salarios y productividad
Tomando ese informe explícitamente, en su discurso en el plenario de la UOM, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner señaló que cuando “decimos de recuperar el salario tiene que ver con que vuelva a pagarse el salario de acuerdo a la productividad también, y es algo que tienen que luchar los sindicatos con organización».
La propuesta resulta polémica en la medida en que, históricamente, vincular los salarios a la productividad es un anhelo del sector empresario que, de esa forma, aspira a garantizar su tasa de ganancia. En la tradición del movimiento obrero, por el contrario, el concepto de salario se asocia con el valor de la fuerza de trabajo a partir de una canasta de necesidades de una familia con independencia de las ganancias empresarias.
En diálogo con Tiempo, Hernán Letcher, director del CEPA reconoce que “lo que dijo Cristina puede ser malinterpretado. Ahora hay un retroceso en la participación de los asalariados. Si discutís en la foto actual del 60-40, el incremento por productividad te mantiene en esa foto. Eso no es lo que plantea. Ella dijo ayer (por el jueves) que hay que volver al fifty-fifty. Que hay que discutir cómo se reparte la productividad porque, hasta ahora, se la quedó toda el capital”. Letcher observa que “en general son los empresarios los que plantean que hay que atar los salarios a la productividad. Cristina se pregunta cómo discutir la productividad una vez que estemos de nuevo en el 50-50”.
Para el director del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, Luis Campos, “hay dos debates. El primero es que, efectivamente, si en el mediano y largo plazo no aumentás la productividad no hay forma de aumentar el salario real sin generar otros problemas en la economía. El tema es que muchas veces aumenta la productividad y no aumenta el salario. Es lo que pasó el año pasado y en los ‘90 cuando todas las ganancias de productividad se las apropió el capital”.
Con todo, el especialista aclaró que “lo que plantea CFK tiene lógica porque muestra que el capital se queda con los aumentos de productividad. Pero atar el salario conceptualmente a la productividad congela una distribución funcional del ingreso actual muy injusta. Es una trampa”. «