Adrián Camerano
La Nueva Mañana. Córdoba
Como en una película de terror que arranca tranquila y se reserva lo más escabroso para el final, la pandemia en Córdoba impacta de menor a mayor. De los casos contados de marzo, se pasó a una situación más intensa en mayo y junio en los conglomerados urbanos, aunque controlada.
Todo cambió a partir de la segunda quincena de julio. El Día del Amigo se reportaron 39 casos pero miles de reuniones sociales, origen principal de los contagios. Las consecuencias se vieron dos semanas más tarde, con tres veces más infectados.
De allí en más, todo fue in crescendo, y en agosto se disparó. La lectura de dos reportes (20/8 y 3/9) del Ministerio de Salud provincial permite ver cómo la pandemia se aceleró de un modo que no estaba previsto por nadie. Al 20 de agosto, Córdoba contaba con un total provincial de 5258 casos en 109 localidades, 46% localizado en la capital provincial. Apenas dos semanas más tarde, la provincia informa casi el doble (9826 casos), a razón de casi 500 diarios, en 142 localidades. La ciudad de Córdoba mantiene el porcentaje de infectados, pero se amplió la cobertura territorial de los contagios: quedan unos 300 pueblos «libres de coronavirus», aunque la sensación es que, más temprano que tarde, el Covid-19 llegará.
Distintas estrategias, no exentas de polémicas, fueron adoptadas en estos meses. Al aislamiento estricto de fines de marzo le siguió la habilitación de reuniones familiares y el otorgamiento de permisos para circular entre departamentos para realizar actividades deportivas. Con ambas medidas hubo que dar marcha atrás, aunque la primera se habilitará nuevamente en los próximos días. La Fase 5 genera en Córdoba polémicas sin fin, en aras de derechos individuales que muchos habitantes insisten en poner en primer plano, aun cuando la pandemia arrecia.
Cada día presenta un récord de contagios. Pese a ello, bares, restaurantes y gimnasios siguen abiertos, los controles ruteros no son demasiado estrictos y la irresponsabilidad social está la orden del día: el primer donante de plasma de Alta Gracia, por caso, participó en una fiesta clandestina con 90 personas.
«Ningún bicho traicionero va a parar a Córdoba», sentenció el gobernador Juan Schiaretti meses atrás. La industria medianamente anda, el turismo casi que pasó a mejor vida, cientos de comercios cerraron y se las ven en figurillas; y los trabajadores precarizados y de la economía informal son los olvidados de siempre. A caballo de la crisis, crecen también el empoderamiento policial y la violencia institucional. Otro «bicho traicionero», que en Córdoba tampoco para. «
Silvina Tamous
El Ciudadano. Rosario
Rosario surfeó la pandemia casi sin casos y con muy pocos muertos desde marzo a agosto. Lo que ocurría en la ciudad era tomado como ejemplo y lo atribuían a un sistema de salud emblema del socialismo durante décadas. Quizás a ese exceso de confianza se debe la debacle actual, en la que Santa Fe pasó a ser la tercera provincia con más casos, y eso haya apurado la visita anteayer del ministro de Salud, Ginés González García, en la previa de un retroceso de las actividades a una fase intermedia para detener la circulación del virus y el colapso en los hospitales públicos y privados.
En la provincia se producen cerca de 800 casos diarios –la mitad de ellos en Rosario– y hay más de 10 mil personas infectadas, y lo que más preocupa es que en el sur de la provincia la tasa de duplicación está en diez días. También inquieta que, de los casi 5000 casos contabilizados en Rosario, la mitad se sumó en la última semana.
Al principio de la pandemia, el norte de Santa Fe comenzó a complicarse y la razón es que la cercanía de determinadas localidades con Chaco determinaba la sucesión de contagios que lograron detener. Después, el problema pasó al sur de la provincia por la relación estrecha con Buenos Aires. Los contactos se fueron multiplicando hasta que se detectó la circulación comunitaria del virus sin que esto implicara mayores restricciones para los ciudadanos, que podían optar por una vida casi normal.
La vuelta atrás será una medida intermedia, en el medio de reclamos y manifestaciones por parte de los gastronómicos, gimnasios, canchas de fútbol 5 y jardines de infantes. Los bares y restaurantes, que abrían sus puertas hasta las 23, tuvieron un duro revés cuando la semana pasada se restringió a solo «take away», lo que generó una protesta en la zona con más de 2000 personas que reclamaban seguir trabajando durante la noche. Las medidas más estrictas se aplicarán por dos semanas.
La llegada de Ginés González García, que fue interpretada al comienzo como una forma de poner fin a las salidas masivas en la ciudad, terminó siendo una forma de asistir a la provincia con más recursos para enfrentar la pandemia.
El intendente Pablo Javkin sostuvo que las medidas que se toman apuntan a cortar la velocidad de contagios: «La salud primero, el trabajo y luego las libertades», aclaró.
«Nosotros abrimos antes los comercios, la industria, la gastronomía porque la situación sanitaria era favorable. Ahora no lo es y seguramente las medidas son duras, pero necesitamos evitar colapsar el sistema de salud», concluyó. «