La medida de fuerza de 24 horas se resolvió a los apurones y de contragolpe.
El rechazo popular a la reforma previsional que se vio reflejado en las movilizaciones previas y en la masividad de la de ayer le dio la pauta a un sector de la conducción de que no tenía demasiadas opciones si pretendía no hipotecar el capital político que le queda con relación a la base de trabajadores y a la población en general. Si bien es cierto que, a diferencia del proyecto de reforma laboral, la conducción nunca dio su aval explícito al proyecto de ley, también lo es que en ningún momento planificó una respuesta gremial para evitar su sanción. Los acontecimientos forzaron una definición a regañadientes que dejó varias heridas al interior y que podría plasmarse en una fractura definitiva de la central.
Luego de mover la reunión de horario tres veces (primero sería las 14, luego a las 12 y finalmente se realizó a las 9 am), se anunció un paro que, obviamente, no tuvo ninguna preparación en los lugares de trabajo aunque sirvió para dar cobertura a organizaciones de base y hasta trabajadores individuales que pretendía participar de las protestas contra el entonces proyecto de ley.
El acatamiento fue dispar. Entre los trabajadores aeronáuticos (la mayoría alineados por fuera de la conducción de la CGT) hubo un parate total que obligó a las patronales a reprogramar todos los vuelos. Los trabajadores de estaciones de servicio liderados por el triunviro Carlos Acuña paralizaron el expendio, las grandes plantas metalúrgicas cerraron sus puertas y en muchos casos movilizaron a la plaza de los dos Congresos al igual que los Canillitas y los trabajadores del SUTERH.
Los sindicatos enrolados en la Corriente Federal de los Trabajadores pararon y movilizaron. Así actuaron los gráficos liderados por Héctor Amichetti y los bancarios de Sergio Palazzo que organizar una fuerte columna ayer aunque tuvieron dificultades para garantizar la medida de paro hoy en los bancos privados.
Los gremios universitarios (docentes y no docentes) también paralizaron su actividad al igual que los estatales de ATE que movilizaron a diferencia del gremio mayoritario entre los empleados públicos nacionales de UPCN que, adhirió formalmente a la medida a pesar de que en todo momento criticó la posibilidad de que hubiera un paro contra la reforma.
La Sanidad, conducida por Héctor Daer, uno de los triunviros y referentes de los Gordos, no acató la medida al igual que sus pares de Comercio liderados por Armando Cavallieri y el dirigente Jesú Luis Lingeri referente del mismo espacio y líder de Obras Sanitarias.
A eso se sumó el público desacatamiento de la UTA liderada por Roberto Fernández que incluso puso en duda que el proyecto de ley afectara a los jubilados y, a la vez, ante los hechos represivos de la jornada de ayer, cargó las tintas contra los manifestantes y no contra las fuerzas represivas en una agravada versión de la teoría de los dos demonios.
Sí pararon, a partir de las o horas de hoy los ferroviarios de La Fraternidad liderados por Omar Maturano y desde las 21 horas de ayer los metrodelegados del subterráneo.
Según pudo saber Tiempo Argentino, el sector del Barba Gutierrez de la UOM presentará su renuncia en horas de la tarde porque no comparte la modalidad de la conducción. Según fuentes de su entorno se trata de un modelo agotado para conducir, ya nadie les responde. Los únicos que acataron el paro, según ese sector, fuimos los industriales, los aeronáuticos y los ferroviarios..
Así las cosas, la CGT se encuentra nuevamente al borde de la fractura en un enfrentamiento que, por un lado, agrupa a los sectores más dialoguistas de los Gordos y los Independientes mientras que, por el otro, se alistan los dirigentes apañados por el moyanismo (que durante la semana jugó un papel deslucido), los metalúrgicos y el barrionuevismo.
Así las cosas, el triunvirato de la CGT no fue capaz de soportar las tensiones de un ajuste que lo tuvo las más de las veces como aliado del gobierno que como instrumento de lucha de los trabajadores contra el ajuste del gobierno y las patronales.