El descontento con la figura de Claudio Moroni al frente de la cartera laboral al interior del bloque oficialista existe prácticamente desde su asunción. La designación del ahora ex ministro no pudo satisfacer las aspiraciones de la conducción de la CGT que anhelaba un hombre del riñón propio tal como lo indica la tradición del peronismo. El cuestionamiento a su figura se acrecentó entre los sectores vinculados a la figura de la vicepresidenta en momentos en los que la crisis del oficialismo tocaba su punto más alto.
Su renuncia, sin embargo, se produjo cuando esa crisis parecía haberse saldado pero a días del cierre del conflicto del neumático, el más potente que tuvo que atravesar el gobierno. Su desenlace fue interpretado como un triunfo del SUTNA, uno de los gremios no alineados con la conducción peronista de la CGT luego de treinta y seis audiencias que se sucedieron con una actitud pasiva de la cartera laboral que, si bien apostó al desgaste del conflicto en sintonía con la parte empresaria, se mostró incapaz de tomar las riendas cuando el conflicto escaló hasta una huelga general. Por eso, más allá de los motivos personales que se esgrimieron en términos formales, la salida de Moroni responde a la exigencia de las patronales de un ministerio con mayor capacidad de disciplinamiento en un contexto de creciente conflictividad.
Esa lectura es la que, en definitiva, permite explicar el inesperado desembarco de Raquel “Kelly” Olmos al frente de la cartera laboral. Es que, más allá de su pasado como funcionaria del menemismo para el que actuó como secretaria de Carlos Corach, la trayectoria reciente de Olmos sintetiza el hilo conductor actual del gobierno de Alberto Fernández que orbita alrededor de la figura de Sergio Massa y su propósito de cumplir las pautas acordadas con el FMI sobre la base de un fuerte ajuste.
La economista que carece de trayectoria en el mundo sindical y del derecho laboral, sin embargo, sostiene una intensa militancia en el PJ capital que, si bien en la actualidad está bajo la conducción del camporista Mariano Recalde, resulta el espacio político natural del actual presidente y de uno de sus aliados más firmes, el sindicalista y empresario Víctor Santamaría. Pero además, para asumir como ministra en las próximas horas, Olmos dejará su cargo como vicepresidenta del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) liderado por José Ignacio de Mendiguren hasta su reciente asunción como secretario de Industria de la mano del flamante ministro. Así las cosas, la nueva ministra resulta una mujer de confianza del entorno del presidente a la vez que ostenta vasos comunicantes muy firmes con quien lidera hoy el equipo de economía.
La CGT, expectante
Para la conducción de la CGT, el conflicto del neumático (fuera de su órbita) también resultó un llamado de atención y planteó la necesidad de un ministro de Trabajo con mayor poder de regimentación. Por eso, ante la salida de Claudio Moroni aspiraron a encumbrar un ministro afín dejando trascender el nombre de la abogada de la UOCRA de Gerardo Martínez, Marta Pujadas. El nombramiento de Olmos, sin embargo, se dio a conocer sin una consulta previa que, a priori, generó un malestar que prefirieron no exteriorizar a la espera de mayores definiciones.
Jorge Sola secretario de prensa de la CGT, en declaraciones a radio Mitre una vez conocida la designación, señaló que “la decisión del presidente se encarrila dentro de lo que él cree puede ser funcional a su gobierno y en ese sentido la central obrera va a sostener ese funcionamiento. A Kelly la conocemos de su militancia y por su carácter técnico como economista. Su relación con los gremios es muy fluida”.
Sin embargo, reconoció que “hubiéramos pretendido un acercamiento para intercambiar opiniones sobre los distintos sectores porque no se trata solo del ministro. Hay otros cargos técnicos importantes para los gremios. La política necesita nutrirse de los actores sociales que no son solo los actores políticos partidarios sino también los dirigentes de la CGT y las centrales de empleadores. Escuchar eso permite abrir la cabeza y elegir la mejor opción”. Sola, insistió en la posibilidad de abrir un diálogo con la CGT alrededor de los cargos de interés de la central como los del viceministro (secretario de Trabajo) y el de Director de Asociaciones Sindicales: “nos interesa el funcionamiento técnico. No sabemos si el vice y los funcionarios van a ser los que están ahora, cuando eso se conozca haremos público nuestro apoyo más explícito”, concluyó.
Andrés Rodríguez, secretario adjunto de la CGT en declaraciones radiales a AM750 reconoció que “no nos consultaron” aunque en la misma sintonía le bajó el tono al asunto señalando que “no es un apocalipsis”. El titular de UPCN señaló que “Moroni nos había dicho que tenía planeado irse por problemas estrictamente personales. Las cosas se aceleraron y el presidente tuvo que resolver ese tema”. Tajante, aseguró: “desmiento un rechazo de la CGT a la designación de Kelly Olmos”.
Pero Rodríguez también reviste en el PJ porteño. Por eso aclaró que “es una compañera de larga militancia peronista, la conocemos desde hace muchos años”.
Desde la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky señaló que “Olmos no tiene experiencia en el ámbito laboral, pero bueno, hay una expectativa abierta de que pueda desarrollar una buena gestión. Generalmente, cuando hay estos cambios las centrales sindicales esperan ser consultadas. Nosotros no fuimos consultados”. El titular de la CTA aseguró que “(Olmos) conoce al movimiento sindical pero no ha tenido gestión ni como abogada laboralista que es lo que uno espera de un Gobierno que viene de la tradición del peronismo. Pero sí abre una expectativa favorable. Esperemos que la ministra nos convoque, que podamos tener diálogo y que tengamos una acción política”.
Los primeros pasos
La futura ministra, por su parte, avanzó el martes en una reunión informal con su par saliente Claudio Moroni para ultimar detalles de su asunción y, con seguridad, evaluar la continuidad de esos funcionarios estratégicos como el secretario de Trabajo Marcelo Belotti, el secretario de empleo Leonardo Di Pietro, la directora de asociaciones sindicales Mónica Risotto y la dirección de relaciones y regulaciones del trabajo que dicta las conciliaciones y sigue las paritarias hoy a cargo de Gabriela Marselló.
Ante los trascendidos del supuesto disgusto sindical, Olmos señaló que “no me consta que la CGT haya rechazado mi designación. Hay muchos compañeros del movimiento obrero que me mandaron mensajes muy afectuosos. Vamos a priorizar el diálogo”.
Sobre los ejes de su gestión Olmos había destacado que “Alberto Fernández me pidió que cuide el salario de los argentinos. La mejor manera de trabajar por el ingreso de todas las argentinas y los argentinas es combatir la inflación”. La declaración, sin embargo, se da en momentos en que la política que el equipo económico busca aplicar para contener la suba de precios se iímita a las recetas ortodoxas de ajuste monetario y fiscal.
Con todo, el miércoles está pautada una nueva audiencia en el ministerio con el sindicato de Camioneros que exige llevar su acuerdo paritario hasta un incremento del 131%. Pablo Moyano señaló que “el conflicto del neumático va a ser un poroto si no nos dan lo que pedimos”.