El Fondo Monetario anunció el lanzamiento de un nuevo fondo paliativo: el fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad (RST), con el que buscará respaldar a los países a en su capacidad de resistir y recuperarse de daños provocados por el cambio climático y nuevas pandemias.
Según la titular del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva, el fideicomiso tendrá un mínimo de U$S 45.000 millones a distribuir. Además, respecto de los países que pueden recibir el auxilio, dijo: “Alrededor de las tres cuartas partes de los países miembros del FMI serán elegibles para el financiamiento de RST, incluidos los miembros de bajos ingresos, así como la mayoría de los países de medianos ingresos y todos los pequeños estados en desarrollo”.
Georgieva dijo que este RST reforzará lo hecho el año pasado con la entrega de U$S 650.000 millones en derechos especiales de giro (DEG), de los que la Argentina recibió U$S 4.334 millones. Cuando el directorio del FMI aprobó esa operación, informó que tenía en estudio el RST. El ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, fue uno de los más entusiastas impulsores del nuevo fideicomiso. Los países podrán acceder al RST a partir del próximo 1 de mayo.
Este es un préstamo
Argentina podría recibir hasta U$S 1500 millones con el nuevo fideicomiso. Pero las condiciones de este giro de fondos desde el FMI son sustancialmente diferentes de las de los DEG. Al punto que quizá el RST podría no tener ni el destino ni la amplitud que Georgieva desea.
Para empezar, el RST es un préstamo. “El RST brindará respaldo normativo y financiamiento asequible con vencimiento a más largo plazo, con un vencimiento de 20 años y un período de gracia de 10 años y medio”, dijo el FMI en un comunicado. La distribución de los DEG respondió, en cambio, a una decisión del directorio del Fondo de asignarlos a cada uno de los miembros en función de su cuota de participación en el capital para paliar efectos de la pandemia. La de la Argentina es del 0,67%. Si fuera por la cuota, la Argentina podría pedir hasta poco más de U$S 301 millones.
El FMI no dijo cuál será la tasa de interés que deberán pagar los que tomen este dinero del fideicomiso; tampoco dijo si la subsidiará. Actualmente, el Fondo subsidia la tasa de los préstamos del Fideicomiso para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza (PRGT, por sus siglas en inglés), que son 0 para el país tomador del crédito. Al mismo tiempo, le cobra sobretasas a la Argentina y a otros países porque pidieron préstamos cuyos montos superaban lo que les correspondía por cuota. En el caso argentino, debe pagar U$S 8.000 millones de más mientras dure el actual programa hasta 2034.
La determinación de la tasa será fundamental para que muchos países acepten reforzar sus reservas con este crédito. De todas formas, el fideicomiso puede parecer poco ante la magnitud de los impactos que pretende mitigar. Por caso, se prevén pérdidas de U$S 4500 millones por la sequía entre junio de 2021 y el mismo mes de este año solo en la Argentina.
Para armar este fideicomiso, el FMI espera contar con el financiamiento del Banco Mundial y otras entidades multilaterales, y también de fondos privados. Esta decisión tiene un pro y una contra. De un lado, que hay mucha liquidez en manos de inversores que no encuentran alternativas atractivas y de bajo riesgo; del otro, que existe una tendencia global al alza de las tasas de interés para enfriar la economía y reducir la inflación. “Hemos trabajado extensamente con nuestros miembros y otras partes interesadas para diseñar el RST, con el objetivo de equilibrar las necesidades de los potenciales contribuyentes y prestatarios”, dijo el Fondo.