Los operadores turísticos de Mar del Plata sufrieron una fuerte desilusión. La versión oficial acerca de una temporada récord en las ciudad balnearia como resultado de la devaluación de la moneda y una relocalización de los turistas que vacacionaban en el exterior hacia destinos de nuestro país, se vio desmentida por la realidad.
Entre diciembre y enero, Mar del Plata recibió un 5% menos de turistas que en el mismo período de la temporada anterior. La principal localidad de turismo veraniego del país sufrió especialmente la pérdida del poder adquisitivo de los asalariados de clase media que mayormente compone el segmento que vacaciona en esa ciudad.
Es que, agobiados por las cuentas, muchos decidieron resignar su descanso anual mientras que los que sí lo hicieron optaron por controlar y reducir aún más sus gastos. Por ese motivo, por ejemplo, las estadías otrora de una quincena se redujeron en general a un período de una semana y hasta de fin de semana.
Otro indicador es la caída de entre un 30% y un 40% en la venta de tickets en las principales salas de teatro de la ciudad. Came midió un retroceso del consumo de bienes y servicios en destinos turísticos durante la temporada de alrededor de un 10%. Según datos oficiales del ente mixto de turismo de la localidad, la ocupación hotelera se contrajo en tres puntos porcentuales (del 65% al 62%) de una temporada a otra.
Según un informe del Centro de Economía Política de la Argentina (CEPA), una familia tipo de clase media, compuesta por una pareja con dos hijos, para solventar los gastos necesarios para vacacionar una semana en Mar del Plata necesitó $ 28.380. Se trata de la canasta “gasolera” que incluye el viaje en tren para los cuatro integrantes de la familia, el alojamiento en un departamento de dos ambientes y comida. En el caso de la canasta “confortable” la cifra se eleva hasta $ 77.579 y estipula el viaje en auto, comidas afuera, el alojamiento en hotel 4 estrellas y carpa con estacionamiento en la playa.
Si bien el informe no ofrece un comparativo interanual de esa canasta sí presenta la variación de varios de los bienes y servicios que consume una familia tipo en vacaciones. Ha sido el transporte el componente que se ha incrementado especialmente. Los pasajes en micro subieron un 61%, el valor de la nafta y los peajes para trasladarse en auto lo hicieron un 59% con relación al verano anterior, aunque en el caso de la nafta Premium la suba llegó hasta un 68% y el diesel un 69%. El tren, que estuvo interrumpido por desperfectos técnicos, se incrementó “apenas» un 21%.
Curiosamente, uno de los servicios que quedó relegado en materia de precios fue el alojamiento. En el segmento de tres estrellas las tarifas se retocaron apenas un 8% mientras que para los 4 estrellas los valores subieron un 27%. En ambos casos la suba quedó por detrás de la inflación general algo que, según CEPA, redundó en una “caída en los márgenes de rentabilidad de la actividad hotelera”. Lo alquileres, por su parte, subieron un 40% promedio para los departamentos. En lo que hace al consumo cotidiano de los vacacionistas de la tradicional ciudad costera los aumentos son dispersos. Los churros rellenos crecieron un 44% y los alfajores Havanna un 43%. La porción de rabas en el puerto un 27% mientras que la pinta de cerveza lo hizo en un 35%. La ensalada de fruta en la playa subió un 60% y la gaseosa cola de primera marca un 50%.
Pero el golpe al bolsillo de la clase media sigue su curso cuando todavía las familias están terminando de pagar sus tarjetas con los gastos de las vacaciones. Es que, según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV, la canasta escolar ya presenta fuertes incrementos para este año con relación a lo ocurrido el año pasado. En líneas generales, la canasta escolar destinada a la clase media se incrementó un 41,9% llegando a los $3.000 aunque determinados productos tuvieron una escalada particular. Es el caso del papel glacé que subió un 80% o los lápices negros (69%) y el pegamento que se incrementó un 58%.
Desde 2016 la suba de la canasta media acumula un 206%. En el caso de la canasta escolar económica el valor se incrementó en un 264% en tres años y para la denominada Premium fue del 177%.
Así las cosas, según el estudio de la UNDAV, desde 2016 el salario mínimo vital y móvil sufrió un retroceso relativo con relación a la canasta escolar en la medida en que en febrero de aquel año se podían adquirir 6,2 canastas escolares medias con un salario mientras que hoy apenas se pueden adquirir 3,8.