En la tarde de ayer, la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a una reunión urgente para mañana a las 9.00. Voceros gremiales anticiparon que, «en caso de que que el Ejecutivo mantenga el mismo proyecto», en el encuetro se formalizará el llamado a un paro general por 24 horas. Las mismas fuentes indicaron que la medida entrará en vigencia al mediodía del lunes, en consonancia con el inicio de la sesión en la Cámara de Diputados que buscará tratar las reformas previsional y fiscal que impulsa el Gobierno.
La premura oficial por avanzar con una resolución exprés encendió el fuego que ahora amenaza con quemar todo el paquete de reformas. El rechazo es creciente, tal como se verificó en las calles el jueves. Un estudio realizado por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de la Universidad de San Martín señala que la reforma laboral recoge el rechazo del 54,7% de la población a la vez que el 68% de los jóvenes considera que beneficia a los empresarios. La reforma previsional, por su parte, es resistida por el 66% de la población. La misma encuesta arroja otro dato revelador: apenas el 9,5% de los consultados considera que son los sindicatos «los que mejor defienden los intereses de los trabajadores».
Como están las cosas parecería que la sola decisión política de la CGT de ir a fondo contra la reforma previsional alcanzaría para que la misma ingrese en un limbo. La actitud de la conducción de la central sindical, sin embargo, fue ambigua. En una reunión realizada el viernes pasado, de la que participaron todos los sectores menos los representantes del moyanismo, la conducción cegatista suspendió el paro que había convocado para ese mismo día, se declaró en «estado de sesión permanente» y resolvió volver a reunirse mañana, horas antes de la sesión del Congreso en la que el gobierno espera hacer aprobar la reforma previsional.
Desde el vamos, la conducción se mostró reacia a aprovechar a impulsar medidas con la mira puesta en el retiro del proyecto, que ya dijo que rechaza.
Esto explica la decisión tomada el último miércoles, de convocar a un paro para el día después de una eventual aprobación del proyecto. Así, no impedía al gobierno avanzar con su aprobación y, al mismo tiempo, se despegaba del mismo.
Ayer, el triunviro Carlos Acuña declaró a Radio 10 que «puede llegar a haber un paro el mismo lunes», y recomendó al presidente Mauricio Macri que «tenga más equilibrio». Omar Plaini, de Canillitas, dijo a Tiempo que «tenemos que esperar la decisión política. Dijimos claramente que si salía por DNU convocábamos al paro, el lunes lo vamos a analizar».
Una fuente de la conducción le dijo a Tiempo que «mantenemos la posición y para eso estamos en sesión permanente, eso significa que si se convoca a tratar la ley vamos a actuar según lo que ya teníamos decidido. Algunos vamos a movilizar el lunes y, si se aprueba la misma ley, sin cambios, entonces vamos a parar. Si es otra ley, vamos a analizarla porque tiene que volver al Senado y eso significa que empezamos de cero». Los sindicatos de la CGT que confirmaron su participación en la movilización del lunes son, por ahora, la UOM, Canillitas y el Suterh.
Consultado sobre el bono compensatorio que ofrece el gobierno, la misma fuente señaló que «no es la solución porque una vez que te lo comés, después sigue la misma tabla para el resto de tu jubilación. Hay que modificar la tabla». «