El debate fue largo pero las resoluciones se votaron en forma unánime. Sin embargo, durante la discusión que se llevó a cabo el jueves en la calle Azopardo, se pusieron de relieve algunas diferencias.
Conscientes de que los sucesivos cierres de empresas, los despidos y las intervenciones de los sindicatos obligan a la CGT a salir de su parálisis, según pudo saber este diario, las propuestas, fueron tres. Paro sin movilización, paro con movilización y cese de tareas con movilización.
Sin embargo, y a pesar de que Omar Plaini reclamó un paro inmediato contras las intervenciones a los sindicatos y la represión, y logró el acompañamiento del metalúrgico Francisco «Barba» Gutiérrez, la moción no fue considerada y, finalmente, se resolvió de manera unánime la convocatoria a una plenario de secretarios generales el 28 de julio y una movilización, sin paro, para el 22 de agosto.
De este modo, la estrategia que logró consenso apuesta a buscar una nueva relación de fuerzas en las elecciones, lejos del terreno de la movilización. El gobierno, por su parte, está decidido a profundizar la ofensiva contra los trabajadores, incluso como parte de su estrategia electoral.
La postergación de una medida de fuerza hasta después de las PASO no solo plantea la posibilidad de que el gobierno siga avanzando en la aplicación del ajuste sin una resistencia unificada del movimiento obrero sino que, además, en la lógica oficial, puede beneficiarlo en el terreno electoral.
Si el gobierno lograse una victoria en las PASO, la movilización podría perder poder de fuego. De hecho, una fuente cercana a un sector del consejo directivo reconoció a Tiempo que la estrategia consiste en «cederle el juego al gobierno».
La conducción se valió también del camino allanado que se generó al interior de la CGT cuando la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), el sector que reclamaba con más ahínco una movilización, decidió cambiar su acción a instancias de Cristina, quien consideró que una marcha de la CGT sería capitalizada en las PASO por el macrismo. Héctor Amichetti reconoció a Tiempo que «tuvimos en cuenta la sugerencia de Cristina, no haremos una movilización sino una concentración sin acto porque a días de las PASO podía tener otro tipo de repercusión».
Tan lejos quedó la fecha de la marcha que, para presentar una suerte de agenda, la conducción cegetista decidió convocar a un plenario de secretarios generales para el 28 de julio. Pero ese organismo no tiene un carácter resolutivo y, por lo tanto, no podrá modificar en nada lo ya resuelto.
Distinto sería el escenario si la convocatoria fuera a un Comité Central Confederal con posibilidad de deliberar un plan de acción.
De hecho, el reclamo por la convocatoria a un Confederal reúne adhesiones desde diversos sectores como la CFT, el MASA y los referentes vinculados al «Barba» Gutiérrez de la UOM.
Con todo, esos distintos sectores se encuentran escindidos en los hechos por los alineamientos más o menos explícitos con el kirchnerismo o con el randazzismo. El moyanismo es la fuerza que, como tal, cuenta con mayor peso aunque Pablo no reúne el consenso para liderar una renovación. En la CATT (sindicatos del transporte, dentro de la CGT) no hay unanimidad respecto de un alineamiento con los camioneros.
La fecha de la movilización también conlleva un mensaje implícito de ratificación de la actual conducción puesto que se realizará a un año exacto de su constitución y, por eso, buscará presentarse como un respaldo al actual triunvirato. «