La caída de 2,5% del Producto Bruto Interno en el año 2018 fue significativa. Sin embargo, no resultó una sorpresa. El número oficial que dio a conocer el Indec este jueves ratifica las previsiones de la mayoría de los estudios, tanto públicos como privados. El propio ente estadístico, al elaborar su EMAE (estimador mensual de la actividad económica), y el Fondo Monetario Internacional habían calculado cifras similares.
En cambio, es más impactante el dato del último trimestre del año, en el que el PBI se redujo 6,2% con relación al del cuarto trimestre de 2017. Esa proporción significa que la caída se profundizó a fines de año (recordar que 2018 había comenzado en alza) y que habrá que remontar una cuesta muy dura para volver a niveles aceptables de actividad. Como ejemplo, la medición desestacionalizada de los últimos tres meses del año entregó una baja de 1,2% en la producción sobre un ya alicaído trimestre anterior.
Una de las consecuencias es la desvalorización en más de U$S 215 mil millones de la economía argentina, causada tanto por la menor actividad como por la brutal devaluación. A fines de 2018 el PBI quedó en U$S 451.272 millones, considerando la valuación a pesos corrientes y el promedio del tipo de cambio mayorista informado por el Banco Central. La cifra es 32% más baja que los U$S 666.695 millones del último trimestre del año pasado.
Algunos datos que surgen de las planillas oficiales aportan presagios oscuros para 2019. Por ejemplo, la desinversión: entre octubre y diciembre, las empresas destinaron a su capital fijo el 25% menos de recursos que en el último trimestre del año anterior. Si el consumo público bajó 5,1%, a causa de las restricciones presupuestarias del Estado, el privado se comportó peor y cayó 9,5%. Sólo las exportaciones mostraron una reacción de 10,4% a partir del tipo de cambio mucho más elevado.
Entre los sectores, el comercio (bajó 13,5%), la industria manufacturera (11,9%) y la construcción (9,5%) fueron los más golpeados en la comparación interanual. La producción agrícola y ganadera, en cambio, se recuperó de la sequía y subió 3,7% en relación al cierre de 2017.