El complejo oleaginoso y cerealero dejará este año divisas netas por unos U$S 19.412 millones, algo menos de la mitad de lo que liquidó en 2022. La razón está en la drástica caída en los volúmenes cosechados de los principales productos del campo, a lo que se suma la necesidad de importar granos de países vecinos para mantener la actividad de las empresas dedicadas a la molienda.
Los cálculos fueron hechos por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que comparó esa suma con los U$S 39.611 millones de 2022. La pérdida de divisas neta para el país, entonces, superaría los U$S 20.000 millones.
El número en cuestión es, por ahora, el cálculo más certero sobre el daño para el país, ya que incorpora no sólo las menores exportaciones, sino también las necesidades de importación y la diferencia entre las operaciones realizadas y las liquidadas de manera efectiva.
“Exportaciones efectivas no es lo mismo que liquidación de divisas. La exportación efectiva queda registrada como tal cuando la mercadería es embarcada, mientras que la liquidación de divisas son los dólares que los exportadores venden en el Mercado Cambiario (MULC). Si bien ambas están fuertemente correlacionadas, hay otros factores que también influyen sobre el flujo de divisas que el sector agroindustrial aporta”, explicaron Tomás Rodríguez Zurro y Emilce Terré, economistas de la BCR.
“Puede ocurrir que los productores realicen ventas de granos por un volumen mayor al que los exportadores despachan. Otro tanto puede ocurrir con productores que realizan ventas de mercadería a fijar precio. En estos casos, existen dos mecanismos que los exportadores tienen para poder financiar la adquisición de la mercadería”, dijeron en relación al cobro anticipado de exportaciones (en los que las divisas las pone el comprador del exterior antes de recibir la mercadería) y la prefinanciación de exportaciones (crédito que toma el exportador para pagarle al productor).
“Estos dos mecanismos conducen a que la liquidación de divisas en un determinado mes pueda quedar por encima de la exportación efectiva de mercadería, pero que luego será compensada en los meses siguientes”, agregaron los especialistas.
Al respecto, recordaron lo sucedido con las anteriores ediciones del dólar soja. En septiembre de 2022, por ejemplo, los exportadores liquidaron U$S 8.573 millones para aprovechar la cotización especial dispuesta por el gobierno; pero las cantidades efectivamente exportadas y cobradas al contado fueron de una cuarta parte de ese total (U$S 2.219 millones). El resto correspondió a cobros anticipados y prefinanciaciones.
El campo de cara a la próxima campaña
La proyección se realizó cuando ya transcurrió un mes desde el inicio de la campaña de soja y dos desde que empezó la de maíz. Esos cultivos apuntan a producir 21,5 millones y 32 millones de toneladas, respectivamente, con lo que la producción total de granos sería de 82 millones de toneladas, muy por debajo de los 127 millones alcanzados en la campaña anterior. Ese déficit impactará también sobre los productos derivados: harinas, aceite y biodiesel.
La pérdida está causando un enorme impacto macroeconómico, ya que el sector agroexportador es el principal generador de las divisas que el Banco Central administra para que otros sectores obtengan sus insumos importados. Es la que explica, también, gran parte de las tensiones cambiarias de los últimos tiempos.
El tema está presente en las negociaciones entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario. El lunes, el organismo señaló a través de un portavoz que “seguimos discutiendo formas de reforzar el programa y salvaguardar la estabilidad a la luz de la grave sequía. Esto incluye políticas para mejorar la sostenibilidad fiscal y fortalecer las reservas”.