En el mes de agosto comenzará una nueva ronda de negociaciones paritarias que auguran un capítulo de conflictividad sindical relativamente inesperado para el gobierno. Es que en septiembre vencen siete de los nueve acuerdos fijados por períodos de seis meses en gremios clave.
Cuando asumió el ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat-Gay, había anunciado su intención de poner en pie un Acuerdo Económico y Social (le había puesto fecha para el 14 de enero) en el que participarían el Ministerio de Trabajo, las Cámaras y las centrales. El propósito explícito era pautar metas de precios y salario.
En rigor se trataba de un intento de reemplazar las paritarias sectoriales y pautar las coordenadas del ajuste sobre los salarios.
El fragmentado escenario sindical y los pronósticos abiertos sobre el curso de la economía tornaron inviable el proyecto que, finalmente, derivó en su contrario. Es que en el proceso de discusión los gremios comenzaron a perforar el techo del 25-30% pretendido por el gobierno. Entonces, con el propósito de evitar acuerdos que superaran el 35% anual, el gobierno forjó esta nueva estrategia: las paritarias «cortas» de seis meses. Sólo había existido un antecedente similar en la UOM que durante varios períodos cerró acuerdos trimestrales. O el intento que quedara trunco en 2013 de fijar paritarias por períodos de 18 meses.
Ahora, la intención pasaba por cerrar esas paritarias por debajo del 20% y aspirar a que, cuando vencieran, la estrategia antinflacionaria del gobierno, vía elevadas tasas de interés y enfriamiento de la economía, hubiera logrado desacelerar los precios a niveles inferiores al 1% mensual para, de ese modo, completar los acuerdos hasta el techo del 30 por ciento. Con el propósito de que los sindicatos acepten las nuevas condiciones los funcionarios y las patronales llegaron a conceder en abril aumentos semestrales de hasta un 25% (gráficos), aunque la mayoría de ellos del 20 por ciento.
Sin embargo, el espiral de precios se ha agravado, y los índices oficiales ya arrojan proyecciones y acumulados anuales de hasta el 47 por ciento. Así las cosas, la estrategia del gobierno se tradujo en su contrario y de la eliminación de la paritaria y la cancelación de la conflictividad, se pasó a una suerte de «paritaria permanente».
Oscar Martínez, del Taller de Estudios Laborales confirmó que «no llegamos con un panorama como el que preveía el gobierno. Esperaba estar tranquilo para cerrar aumentos marginales. Eso no va a ocurrir. De hecho, se aceptaron acuerdos basados en que lo peor ya había pasado y ahora hay sectores que ya están planteando reabrir todas las paritarias, incluidas las anuales», alertó.
El primer acuerdo «corto», el de UTEDyC, venció el mes pasado y ya se negoció el nuevo tramo semestral. De una suba para la primera mitad del año del 15% (el más bajo de todos), se pasó a un nuevo acuerdo semestral del 22% y que, siendo acumulativo, consagra un aumento de «punta a punta» del 40,3 por ciento. Al mismo tiempo se cerró el primer tramo de otro acuerdo semestral 2016 en el gremio ferroviario que se fijó en un 26% influido claramente por el recalentamiento de los precios. Ahora vienen las paritarias más complejas. Las negocaciones de estacioneros de servicio se encuentran en curso pero desde el gremio no han dado a conocer los reclamos.
Fuentes de UOCRA confiaron que «no empezamos a negociar porque con los niveles de inflación que hay nos quedaríamos atrás el mes que viene. Cerramos un 22%, pero hacer una proyección a septiembre es muy aventurado». Además adelantaron que la recesión que sufre el sector «no puede ser impedimento para reclamar salarios. Que el trabajador que está empleado cobre menos en nombre del desempleado sería como precarizar dos veces».
Julia Campos especialista del Observatorio del Derecho Social de la CTA-A recordó que «hubo tres paritarias anuales muy por encima del techo del 25 por ciento. Los docentes (40%), Bancarios (33%+adicionales) y Aceiteros (38%), en los tres casos con fuertes conflictos y organización de las bases. Hubo sindicatos que negociaron para seis meses lo que se suponía para todo el año y otros que obtuvieron anualmente más de 10 puntos sobre la pauta. Se dinamitó la estrategia gubernamental e impulsó que otros sindicatos negocien acuerdos en torno al 35% anual. Igual, rompiendo por mucho la pauta oficial, los salarios perdieron poder adquisitivo». «